La torre de marfil (Ivory Tower) [Documental], de Andrew Rossi. Estados Unidos, 2014


Andrés Santos Sharpe

Universidad de Buenos Aires (UBA) – CONICET

Tal vez una de las primeras preguntas que me pueden surgir frente a una reseña del documental “La torre de marfil” (Ivory Tower), dirigida por Andrew Rossi en el año 2014, es cuál es el propósito de analizar una película de hace ocho años con todos los cambios que hubo en la educación superior, pandemia mediante. Sin embargo, no solo se trata de una de las pocas producciones con foco en la universidad (aunque en clave norteamericana), sino que permite retomar debates que ya existían en aquel entonces y reflexionar sobre ellos retrospectivamente, además de ser un valioso insumo para el trabajo en clases.

Resumidamente, la película trabaja distintas problemáticas articuladas en torno a una pregunta que corona el poster publicitario: ¿Acaso la universidad vale su costo/vale el esfuerzo? (Is college worth the cost?). A partir de ese disparador, Rossi introduce tres grandes temas que estaban en el centro de los debates de la comunidad universitaria norteamericana en aquel entonces: los altos costos de la matrícula con relación a los salarios promedio; la pregunta en torno al valor de las credenciales universitarias en la sociedad actual (pensado en términos de retribución económica); y las promesas de una cada vez más mercantilizada educación online.Contextualicemos el escenario. En el año 2014, el aumento de las deudas estudiantiles eran una preocupación tanto para la academia (Cho, Xu y Kiss, 2019) como en el debate en la esfera pública. Si bien el término “crisis de deuda de préstamos estudiantiles” (student loan debt crisis) aparece por primera vez en 1985 en un informe académico de Wisconsin Center for Education Research (Hansen y Rhodes, 1985), el problema cobra otra dimensión en el siglo XXI. Sin entrar en detalle, resumidamente se puede decir que los valores de las matrículas universitarias crecieron en EE.UU. a un ritmo mayor que la inflación y cada vez implican un porcentaje mayor en los salarios de las familias de quienes quieren acceder a una formación superior. A ello se le suma un decrecimiento de un 28.1% del financiamiento estatal promedio ajustado a la inflación desde el año 2001, según el Middle Income Student Assistance Act (MISAA). Frente a este escenario, algunos economistas (Li, 2013) compararon los problemas derivados de este fenómeno con la crisis subprime del año 2008.

A partir del siglo XXI comienza una creciente preocupación de determinados grupos sociales respecto de cómo pagarán esas deudas. Afortunadamente, este escenario está alejado de la realidad argentina, pero es central en Estados Unidos, así como en otros países de Europa y de la región, como el caso de Chile, donde desde 2005 se realizaron distintas movilizaciones estudiantiles en parte vinculadas por los mayores costos de la educación superior y las dificultades que encuentran los profesionales para su posterior pago.

Con este problema de fondo, “La torre de marfil” inicia el debate con algunos datos: en el minuto 13 muestra cómo los costos de matriculación y cuotas de las universidades aumentaron entre 1978 y 2010 un 1120%. No solo es más del cuádruple de la inflación acumulada entre esos años en EEUU (254%), sino es incluso más que el aumento de los costos en salud. En este sentido, el documental hace un gran trabajo al introducir de forma amena distintas aristas y causas de ese fenómeno.

Sin embargo, desde mi perspectiva, el documental termina cometiendo algunos errores en el modo en que presenta la información y en el que introduce el debate. Por un lado, realiza omisiones importantes; y, por otro lado, se propone como un documental que presenta todas las voces, pero en términos concretos le dedica mayor tiempo a algunos argumentos que a otros, induciendo la lectura en torno al tema. 

Respecto de lo primero, retomemos el debate sobre la deuda estudiantil: del 2000 al 2012, la deuda per cápita aumentó casi un 30%, lo cual es mucho, pero no explica por sí sola la crisis de la deuda estudiantil. El documental omite la información de que el aumento agregado de la deuda vinculada con préstamos universitarios sucedió principalmente porque hay más personas que estudian en la universidad y, por tanto, hay más préstamos en total. La omisión, desde mi lectura, va en contra de la premisa sobre la cual se construye el documental: que la universidad es una institución caduca o en crisis y que los fenómenos que presentan son un síntoma de ello. 

Estas omisiones de información pueden orientar las conclusiones a las cuales llegue el posible público. Por supuesto, no se le puede pedir a un documental que presente un detalle de todo, pero hay una selección con base a un criterio y hay una lectura respecto del lugar de la universidad en la sociedad. Con relación a esto último, la concepción de trasfondo sobre la educación superior en torno al problema de la deuda estudiantil tiene la siguiente lógica: si para graduarme tengo que endeudarme más de lo que voy a poder pagar con mi futura profesión, entonces no conviene ir a la universidad. Esta mirada no agota el rol que cumple la institución: la universidad no es únicamente una institución que forma profesionales para el mercado laboral.

Sumado a ello, y más allá de lo terrible que son aquellas historias verídicas de profesionales endeudados o que no consiguen trabajo de aquello para lo cual estudiaron, hay recorridos aún más tristes que se omiten: las vidas de quienes no se gradúan o ni siquiera acceden a la educación superior. Recién al minuto 63 de la película se presenta un gráfico al que le dedican menos de un minuto que muestra la diferencia de los salarios promedio en función del máximo título alcanzado. Así queda claro que los beneficios de la graduación (incluso únicamente planteado en términos de un racionalismo económico como lógica de elección de carrera y de graduación) son incuestionables, sobre todo para ciertos sectores sociales. 

Retomemos los otros dos tópicos del documental: la pregunta en torno al valor de las credenciales universitarias en la sociedad actual; y la emergencia de la educación online. 

Ambos temas aparecen como corolario del debate en torno a los altos costos de la matrícula. Si la pregunta de trasfondo en la primera parte es ¿cuál es el valor de ir a la universidad si un trabajo profesional no te garantiza salir de la deuda que asumiste cuando ingresaste a esa institución?, el documental presenta dos alternativas: primero, organizaciones que militan la formación autodidacta (como el caso de UnCollege, una fundación financiada por el CEO de PayPal que alienta a los jóvenes a abandonar la universidad con el objetivo de iniciar sus propias empresas o proyectos); segundo, la creciente oferta de educación online (particularmente centrado en las empresas que ofrecen MOOCs). 

En ambos casos, el documental sigue la misma lógica: dedica una gran cantidad de tiempo a los argumentos de dichas alternativas para luego rebatirlas muy brevemente (aunque con contundencia, hay que concederlo) con algunos datos. Respecto de las organizaciones como UnCollege, la pregunta que recién aparece al final es ¿quiénes son los que se pueden dar el privilegio de descreer de la universidad como mecanismo de movilidad social ascendente? Una pregunta semejante se hizo Puiggrós en “De Simón Rodríguez a Paulo Freire” (2010) cuando criticaba la posición desescolarizante de Iván Illich. Más allá de la contraargumentación, la idea de que vas a obtener lo necesario afuera de la universidad es insistentemente repetida. Ello opera como clave de presentación de la información en esta película.

Respecto de las propuestas de virtualización de la educación superior que emergían en 2014 el documental es más crítico, y ofrece un material interesante para revisitar luego de la experiencia de la pandemia, porque da cuenta de que la universidad es mucho más que la transmisión de contenidos especializados. El modelo de los MOOCs, sobre el cual se centra la película, termina siendo caracterizado como una visión de lo educativo en tanto que transmisión de información de manera unidireccional. Los resultados de esa apuesta aparecen en el documental y resulta interesante retomar.

Finalmente, me interesa agregar una cuestión respecto de cómo está planteada la construcción argumentativa en el documental. La película parte de problemas reales para gran parte de los sistemas universitarios del mundo, pero lo hace suponiendo que los sujetos eligen carrera y universidad a partir de un racionalismo económico. La realidad es más compleja y no puede ser el único modo de pensar el rol de la educación superior. 

Actualmente existen discursos en la sociedad que son activamente hostiles a la universidad, que desconfían del pensamiento crítico, que creen que la educación no tiene ningún uso para fines sociales más amplios y, sobre todo, que rechazan la visión de que la educación superior es un derecho humano básico (cosa que tampoco está muy presente en la película, la cuestión de la educación como derecho) y como construcción de ciudadanía. Considero que una mirada analítica del documental debe tener en cuenta la ausencia de estos aspectos.

Hechas las críticas, es de destacar que el documental reflexiona sobre problemas actuales y hace críticas al respecto, lo cual es valorable. Retoma cuestiones interesantes como “la carrera por el prestigio” como mecanismo de reproducción de la institución, que puede ser retomado en clase a partir de Bourdieu; la tensión investigación/enseñanza (que está planteada desde Kant en adelante); también se puede retomar el clásico de sociología de la educación “la sociedad credencialista” de Collins para hablar de todo el sistema de credenciales y diplomas; se presentan experiencias educativas interesantes como la institución Deep Springs o como Cooper Union (la única institución de educación superior en EEUU que era gratuita hasta el año 2013); y vale destacar también los planteos respecto de los MOOCs y la virtualidad, donde se pone en primer plano que gran parte de la experiencia estudiantil es la sociabilización que se da en el marco de la institución. En este sentido, destacamos que puede ser un insumo que sirva para debatir sobre la universidad y pensar nuevas formas respecto de cómo ésta se puede vincular con la sociedad.

Referencias bibliográficas

Cho, S. H., Xu, Y., y Kiss, D. E. (2015). Understanding student loan decisions: A literature review. Family and Consumer Sciences Research Journal, 43(3), 229-243.

Hansen, W. L., y Rhodes, M. S. (1985). Student Debt Crisis: Are Students Incurring Excessive Debt? Program Report, 85-13.

Li, W. (2013). The economics of student loan borrowing and repayment. Business Review Q, 3, 1-10.

Puiggrós, A. (2010). De Simón Rodríguez a Paulo Freire. Educación para la integración iberoamericana. Buenos Aires, Colihue.