Un poco de historia

María Caldelari

Buenos Aires, 9 de julio 2019

La revista Pensamiento Universitario fue creada en una coyuntura que podemos caracterizar por dos situaciones, la primera la de una transición democrática que se inicia con el gobierno del doctor Raúl Alfonsín; la segunda, un difícil final del período gubernamental alfonsinista y la llegada a la presidencia del doctor Carlos Saúl Menem con un proyecto privatizador que respondía al auge de ideas neoliberales.

Los años de ambos gobiernos fueron, para la Universidad Nacional, agitados. Durante el gobierno de Alfonsín se buscó recuperar la “universidad reformista” que había clausurado el gobierno de Isabel Perón y destruido la dictadura militar. La reconstrucción supuso instaurar nuevamente el tripartito, para poner en marcha la democracia universitaria con  representación de los tres claustros y recuperar la autonomía; llamar a concurso para los cargos docentes y reincorporar a los docentes expulsados; reabrir el ingreso irrestricto; organizar la extensión universitaria; y devolver a la Universidad la investigación que había sido cercenada al reemplazar la dictadura la relación privilegiada de la Universidad con el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) por el sistema de institutos.

También había que prestar atención a las reformas que se daban a nivel internacional y, a la vez, buscar soluciones para las heridas institucionales que había dejado el Estado autoritario, como fue –por ejemplo-  la creación del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN).

El gobierno del doctor Menem trajo propuestas  para las universidades que significaron una fuerte intervención estatal de acuerdo a los intereses del neoliberalismo y, de acuerdo a estos, se buscó modificar las universidades. La creación de la Secretaría de Políticas Universitarias (1993), la sanción de la Ley de Educación Superior (LES 24521, 1995), la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria y el Programa de Incentivos para Docentes-Investigadores, fueron instrumentos de las modificaciones buscadas para alcanzar la regulación de la educación superior pública y privada.

En ese tiempo bisagra de reconstrucciones y cambios de la educación universitaria apareció la revista Pensamiento Universitario, con el propósito de crear un espacio de intercambio intelectual que promoviera la investigación sobre la universidad, recuperando memoria histórica y valores, a la vez que impulsaba el conocimiento empírico y el estudio de las reformas modernizadoras que ocurrían y se implementaban en el mundo, más la reflexión teórica actualizada, que PU se preocupó de difundir, para avanzar en la conceptualización de los nuevos desafíos –evaluación institucional, universidad y empresa, gestión, centralización, posgrados- e iluminar con nuevas herramientas viejas temáticas como la de la autonomía, la democracia, la profesionalización académica y los títulos habilitantes.

Alcanza con recorrer los sumarios de PU para comprender que los objetivos prometidos en el primer número fueron cumplidos. Tan buena fue la recepción de Pensamiento Universitario que en su segundo número se anunciaba, como parte de una estrategia de consolidación de este campo del saber, el “Primer Encuentro: La Universidad Como Objeto de Investigación”.

Me gusta recordar cómo surgió la Revista, por iniciativa de Pedro Krotsch, por su inteligencia que combinaba una gran curiosidad intelectual con una fuerte voluntad política. Había lazos de trabajo y de amistad y él nos convocó especialmente para acompañarlo en este proyecto editorial: Manuel Argumedo, Lucas Krotsch, Marcela Mollis, Nélida Ugrin y  María Caldelari.

En la medida que la Revista avanzó en su concreción de sumaron los integrantes del Consejo Asesor, los colaboradores en el exterior, diseñadores, artistas plásticos y fotógrafos que donaron su trabajo. Años después se sumaron a la redacción Daniela Atairo, Marcelo Prati, Sebastián Varela y Lucía Trotta como colaboradora.

Si recordamos que el Nº 1 apareció en 1993, recordaremos también que no eran buenos años para llevar adelante semejante proyecto con  el auge del neoliberalismo, las privatizaciones,  la proclamada muerte de la figura del intelectual y el ideal de una universidad al servicio de la empresa. A contracorriente de esa cultura que buscaba ser hegemónica Pensamiento Universitario era una revista que proponía recuperación de la tradición universitaria argentina, estudio, investigación y pensamiento crítico para recuperar el sentido de la universidad y planear su futuro. Artesanal, en el sentido de su modo particular de producción:

muchas horas de conversación y discusión para decidir el  contenido y la invitación a los autores, una búsqueda cuidadosa del artista, o de las ilustraciones, para dejar una huella cultural como corresponde a una revista universitaria, un seguimiento minucioso de su edición que, a veces, significaba corregir al lado del editor. Y en los primeros años un recorrido por las librerías para que no faltara PU, o para saber si había sido distribuida. Así fueron los inicios de PU, lo que se fue modificando a medida que se consolidaba, afianzaba un público, complejizaba sus relaciones a nivel nacional e internacional. Siempre mantuvo su carácter de revista autónoma y su libertad para abordar temáticas no asumidas por la comunidad académica.

Dicen los que saben que las revistas tienen el espíritu de su fundador, Pedro era una persona de una cierta religiosidad, y muchas veces decía “quiero creer”. Me parece que allí encontraba la fuerza para hacer lo que más deseaba: transformar la realidad, o por lo menos intentarlo, hacer y transformar, dejar huella. Y le gustaba leer a  Paul Ricoeur  “Toda institución desea durar, y yo pienso que su función es justamente la de introducir en el tiempo humano que está marcado por el nacimiento y la muerte y que, por lo tanto, da la prioridad a la vida, algo que sea más amplio en el tiempo que lo que son cada una de nuestras vidas. Yo creo que todos deseamos producir cosas duraderas (…)”.