Híbrida. Enseñar en la universidad que no vimos venir, de Mariana Maggio. Tilde Editora, 2022, 192 pp.


Julieta Rodera

Universidad Nacional del Sur (UNS)

El campo universitario argentino ha sido estudiado a lo largo de los años desde distintas perspectivas y abordajes teóricos. Caracterizado por su complejidad, en la que intervienen diversos actores intra e interinstitucionales, las formas de habitar la universidad se han vuelto altamente heterogéneas a nivel de los sistemas, las instituciones y las prácticas de los sujetos.

En el año 2020, se suma un nuevo desafío a las universidades producto de la propagación mundial del Coronavirus SARS-CoV-2. Al igual que todas las esferas de la vida social, las universidades debieron modificar abruptamente sus prácticas y los modos de habitarla. La pregunta que se instaló fue: ¿cómo enfrentar las actividades académicas con los edificios cerrados?

En Argentina, la emergencia pública en materia sanitaria llevó a que la mayoría de las universidades públicas nacionales dispusiera el inicio o la continuidad -según el caso- de las actividades de enseñanza de manera virtual. Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se presentaron como la principal alternativa para garantizar la continuidad pedagógica – académica. 

La virtualización forzada de la enseñanza implicó cambios de diferente índole en el ámbito universitario. Sin embargo, muchos de los cuestionamientos y/o debates que cobraron mayor fuerza no emergieron en este escenario, sino que ya venían señalándose previamente; por ejemplo, las condiciones materiales y simbólicas de trabajo de las/os docentes, las innovaciones en las prácticas y/o propuestas de algunas/os docentes en pos de las demandas estudiantiles, etc.

Ahora bien, pasados los períodos de aislamiento y distanciamiento social preventivo obligatorio, hubo que pensar en el regreso a la presencialidad plena en las universidades nacionales.En este complejo contexto Mariana Maggio presenta su libro titulado: ‘Híbrida. Enseñar en la universidad que no vimos venir’, a partir del cual invita a dialogar y repensar las prácticas educativas de manera colectiva. Destinado a todas/os las/os docentes de la universidad, con el foco puesto en la enseñanza y en las/os estudiantes como principales protagonistas, se plantea preguntas, propuestas y posibles respuestas para repensar cada asignatura como generadora de espacios, constructora de conocimientos, diálogos y debates actuales que integren a la sociedad, siendo la universidad parte constitutiva de la misma.

Desde una perspectiva sociológica las universidades constituyen un campo de lucha que tiene reglas propias, donde distintos actores contraponen sus intereses y hay varios capitales en juego (Bourdieu, 1988), lo cual permite comprenderla desde su complejidad y no como un todo homogéneo. Siguiendo a Krotsch (2001), el carácter complejo y fragmentado de la institución universitaria deviene de las diferentes culturas disciplinarias y de sus características organizacionales, en la que conviven diversas tribus académicas que configuran las prácticas de trabajo, las formas de producción y relación con los conocimientos (Becher, 2001). 

En este ámbito se desarrolla el trabajo de las/os docentes universitarias/os, en condiciones materiales y simbólicas diversas que excede la actividad de enseñanza. A la multiplicidad de actividades que devienen del ejercicio de la función de enseñanza en la universidad, se agregan aquellas vinculadas a las funciones institucionales de investigación y extensión y a las responsabilidades de gestión. Además, en estos últimos años, se sumaron los desafíos y exigencias de la virtualización de las actividades académicas. 

Pensando en la reapertura de los edificios, sin desconocer la universidad como espacio de lucha, las condiciones de trabajo docente y el contexto de emergencia que conllevó a la virtualización, se hace necesario revisar ciertas prácticas que hasta este momento no habían sido cuestionadas. 

En este libro, Maggio señala que el retorno a la presencialidad tiende a hacerse con la hibridación -atención simultánea de estudiantes remotos y presenciales- pero que, independientemente del formato que adopte, es indispensable repensar las prácticas de enseñanza para evitar la esclerotización –término tomado del campo de la medicina que refiere a la rigidez y al debilitamiento-, es decir, prácticas centradas en la transmisión, la comprensión y la aplicación de los saberes construidos.

Tal como menciona la autora, la virtualización acelerada que se dio en este contexto generó condiciones alteradas. Las dimensiones espacio temporales se desdibujaron, el curriculum tuvo que modificarse y la evaluación redefinirse ya que no lograba replicar los sistemas de control del aula física. A lo que se le podría sumar la extensión de la jornada laboral, la intensificación de problemas de salud y las variaciones en torno a la dimensión vincular con estudiantes, pares y con la construcción del conocimiento.Por otro lado, este escenario nos demostró que a pesar de ser una situación sumamente difícil para las/os docentes, que en su mayoría tuvieron que readaptar sus propuestas de enseñanza y adecuarse a las TIC como herramientas de trabajo, hubo un importante grupo de estudiantes que pudieron retomar estudios, que a partir de la propuesta a distancia pudieron volver a la universidad. En palabras de la autora, “la fuerza de esta inclusión que se impuso en el cambio de condiciones es, al mismo tiempo, una clara evidencia de la expulsión que no mirábamos” (sección El mundo).

Es a partir de este inesperado contexto que algunas preguntas y reflexiones tomaron mayor fuerza y es el momento oportuno para repensarlas y tomar decisiones al respecto:

¿cómo nos enfrentamos a la reapertura de los edificios universitarios?, ¿qué vamos a modificar de nuestras prácticas de enseñanza?, ¿qué cuestiones son necesarias repensar, redefinir del ámbito académico?, ¿estamos priorizando a las/os estudiantes como destinatarias/os principales de nuestras propuestas?

Ante esto, y para no llegar a una esclerotización, Maggio  propone pegar un salto hacia adelante que nos permita “entrar en un tiempo de invención y construir colectivamente prácticas de la enseñanza contemporáneas e inclusivas” (sección El salto hacia adelante).

En este punto, cobra especial importancia la propuesta que diseñemos como docentes. Es decir, más allá de replantearnos si las clases deben ser presenciales, virtuales o si es mejor que adopten un formato híbrido, lo que habría que pensar es qué propuesta estamos diseñando para las asignaturas de la que cada una/o forma parte. Independientemente del formato que adopten, la clave está en reflexionar sobre lo que proponemos, el motivo de cada actividad, el lugar que le damos al/la estudiante en la construcción de conocimientos, el rol de la universidad como parte del contexto social actual y el reconocimiento de las/os diferentes actores que intervienen en la toma de decisiones. 

En palabras de la autora, “el corazón de la propuesta es la actividad que diseñamos. Esto es, lo que van a hacer nuestras/os estudiantes a lo largo de la cursada: imaginar, investigar, diseñar, crear y producir” (sección La clase). Lo anterior no debe implicar una sobrecarga en el trabajo docente, al contrario, se alienta a propuestas de trabajo colectivo, a redistribuir las tareas al interior de las cátedras acorde a la dedicación docente de cada cargo.

Por lo tanto, si el foco está puesto en la clase, en la propuesta y en la actividad, ¿qué tiene de especial el encuentro? En este libro, Maggio plantea que el encuentro debe ser una experiencia viva, un ámbito de creación en el que tengan lugar conversaciones valiosas; que no se centre en la explicación de la/el docente sino en lo que se puede construir junto con las/os estudiantes.

Entonces, dar un salto hacia adelante implica reconocer “la urgencia de analizar escenarios poniendo el foco en el modelo formativo y su sentido político, las perspectivas del conocimiento, las tendencias culturales, la renovación de las perspectivas pedagógicas y metodológicas, las tramas vinculares y las condiciones institucionales” (sección El mundo).

Las/os invito a leer este libro no a modo de recetario donde encontrar soluciones sino como puntapié para reflexionar sobre sus propias prácticas. Déjense interpelar como docentes que habitan las universidades, permítanse hacerse preguntas, ser parte de estas discusiones y tomar lugar en estos posicionamientos. Pensar colectivamente forma parte de la respuesta, repensarnos juntos, toda la comunidad educativa, es lo que necesita la universidad.

En consonancia con lo que plantea la autora, apostamos a:

Una universidad que comprende el momento de la historia en la que le toca vivir, que construye conocimiento original en sus aulas, en que la colaboración hacia adentro y hacia afuera es uno de sus rasgos centrales, en red y redes de universidades, justa en las que todos tienen las mismas chances de terminar, que insiste en retener, que se reinventa a medida que la historia cambia, no circunspecta. (Extraído del recurso web del libro).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Becher, T. (2001). Tribus y territorios académicos. La indagación intelectual y las culturas de las disciplinas. Barcelona: Gedisa.

Bourdieu, P. (1988). El interés del sociólogo. En P. Bourdieu (Ed.), Cosas dichas (pp. 108-114). Buenos Aires: Gedisa.

Krotsch, P. (2001). Educación superior y reformas comparadas. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes.