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En memoria de Juan Carlos Geneyro

Roxana Puig* y Lucas Krotsch**

* Universidad Nacional de Lanús y Universidad Nacional de Entre Ríos. ** Universidad Nacional de Lanús

El lanzamiento de PU fue un evento que nos llenó de alegría, surgió de la voluntad y la necesidad que algunos sentimos por recuperar un espacio de debate y producción sobre el mundo Universitario. 

Juan Carlos Geneyro nos acompañó en todo el proceso. Sus palabras abren el número 18 con el que relanzamos la revista. En ese breve texto revisa el contexto de nacimiento de esta desafiante empresa y recupera la intención de su entrañable amigo Pedro Krotsch. Hace aproximadamente un año finalizaba su artículo dedicando con cálidas y sentidas palabras un empecinado y memorioso recuerdo a su amigo. 

Juan, Juanca, tuvo una vida intensa que tuvimos la dicha de compartir, temprana y obstinadamente se hizo cargo de sostener su educación; por mandato familiar ingresó al Colegio Militar. Antes de finalizar sus estudios solicitó por su voluntad y sin la anuencia de los padres, la baja que, como una mueca anticipada del destino, le sería otorgada por el entonces Coronel Jorge  Rafael Videla.

La Universidad del Litoral lo recibió primeramente en la carrera de Derecho. Las clases de noche, la balsa en la que diariamente cruzaba el Paraná y un trabajo que lo obligaba a iniciar el día a las 4 AM para mantenerse, atentaron contra esa posibilidad. Como hoy le ocurre a muchos de nuestros jóvenes, disponer de la oportunidad de formarse en su ciudad, acompañado por sus primas y primos y los tíos que lo cobijaron, le permitió continuar su trayectoria. En 1968 egresa de la carrera de Licenciatura en Ciencias de la Educación de la Facultad de Ciencias de la Educación de la entonces Universidad Nacional del Litoral, había elegido estudiar “algo que tuviera filosofía”.

Tempranamente se incorpora a la docencia en el nivel superior, especialmente universitario, actividad a la que se dedicaría de manera permanente.  Master of Education por la Universidad de Puerto Rico, en el año 71 presenta su tesis sobre Sartre. Al poco tiempo de retornar al país se suma a la naciente Universidad Nacional del Comahue de donde es cesanteado por la siniestra intervención de Remus Tetu pocos años después. Con su típica ironía decía siempre  que había sido cesanteado por motivos políticos dos veces: la primera en el 75; la segunda, de su cargo como Rector Organizador de la Universidad Nacional de Villa Mercedes, por Mauricio Macri.

El exilio lo llevó a México, su segunda patria, en la que desarrolló su carrera en diversas instituciones, país que lo recibió y en el que nacieron su hijo ”heredero de dos patrias queridas” y su nieto Matías. En el 88´obtuvo su doctorado en la Universidad Autónoma de Barcelona allí define con claridad sus preocupaciones sobre el campo que, si bien había comenzado en sus primeros trabajos académicos, claramente se consolidan en su tesis doctoral en la que interrogó la relación entre ética, política y democracia. 

En varios de sus artículos de los últimos años se vislumbra una preocupación por un contexto que escasamente y cada más con mayor dificultad ofrece a los “muchachos y muchachas”, como solía decir, oportunidades para configurar un proyecto de vida con cierta certidumbre. Su preocupación por los sentidos que adquiere la educación secundaria, con modelos organizacionales resistentes a generar nuevos dispositivos que permitan a nuestros adolescentes, no sólo acceder sino permanecer en procesos formativos que los contengan; a la vez que por los no siempre explícitos procesos selectivos en el ingreso a los estudios universitarios fueron recurrentemente planteados. En esos trabajos inevitablemente resonaba su propia historia de juventud. 

Consideraba, con un estilo elegantemente disruptivo, que hoy, ante la masificación del sistema asistimos al pasaje de la idea de heredero a la idea de migrante. Los estudiantes de ingreso habitan un nuevo territorio, asisten a nuevas prácticas, deben configurarse en un nuevo oficio. En una analogía con el tránsito por una ruta en un país desconocido, tal vez con otro idioma, entiende que cabe entonces a las instituciones y docentes señalizar, advertir obstáculos y desvíos. A la vez que disponer de “estaciones de servicio”, apoyos y acompañamientos diversos. El migrante no siempre sigue un único camino a su destino, incluso ese destino muchas veces es incierto. Los tránsitos diversos que hacen hoy los estudiantes, las decisiones de carrera que toman casi nunca se ajustan al proyecto curricular que plantea un “tiempo teórico” de egreso en función de trayectorias típicas, escasamente cumplidas. 

Pensaba en términos althusserianos que existe un velo ideológico que, sobre índices que muestran la debilidad del  sistema para sostener la trayectoria estudiantil, invierten la carga de la responsabilidad poniéndola prioritariamente en los sujetos, ocultando así en gran parte sus verdaderos motivos. Explicar los indicadores de deserción, abandono o fracaso escolar y/o universitario (o su moderna versión de desgranamiento) por razones económicas y sociales, esconde lo que consideró “abandonos y fracasos pedagógicos institucionales”; desplazando así la responsabilidad a la falta de mérito o capacidad de los sujetos expuestos a esa realidad.  Subrayaba que  muchas veces ellos son los abandonados por el sistema,  acompañado también por un desinterés social. 

Entendía que, así como la concibieron Hobbes y Locke, la tarea del Estado, es garantizar seguridad de vida y seguridad de bienes a sus gobernados. “Con base en ese mandato, creo que es necesario ampliar su sentido originario y sostener que en la actualidad es el Estado quien debe de proveer aquellas condiciones que garanticen a todos los niños y jóvenes aquejados por las situaciones de pobreza material y simbólica una seguridad prospectiva. Porque, sin una vivienda digna, sin una buena alimentación, cuidados de salud, una educación de calidad  y sin acceso a bienes esenciales, ¿qué futuro, que proyección de vida pueden tener esos niños y jóvenes como individuos y como ciudadanos? Este es, a mi juicio, un primer desafío principal e ineludible no solo para el Estado, sino también para la sociedad misma y sus instituciones, porque es en ella donde viven y se proyectan como tales”. Escribía en abril de 2019, en las postrimerías del gobierno Cambiemos, reflexionando sobre la relación entre Justicia Social, Democracia y Educación.

Fue también Vicerrector de la Universidad Nacional de Lanús, miembro de la CONEAU, integró  diversos comités y consejos, Director de la Especialización en Docencia Universitaria de la UNRN, del Doctorado Inter-institucional en Educación de UNLa-UNTREF- UNSAM, entre otras funciones y cargos,  pero sobre todo fue un hombre con una posición ética férrea, comprometido con los valores de la democracia  y convencido del rol  del Estado como garante de la certidumbre de vida para todos sus ciudadanos. 

Sabemos que no hemos escrito lo que se espera en este ámbito, quizá por la cercanía aún de una presencia que va tomando otras formas, tal vez por una terca voluntad de seguir dialogando con él, con sus producciones, con las discusiones, con los encuentros. Gran conocedor del campo académico, nunca dejó de mostrarse también en sus otras disposiciones, radica allí tal vez allí lo particular de su mirada que compartió generosamente.  Juan, el Negro, de distinta forma acompañó, prohijó, apoyó y estimuló nuestros tránsitos por el mundo académico y profesional, un amigo, un colega,  un consejero, un compañero en muchos sentidos del término y sobre todo un gran maestro a quién nos toca dedicar hoy “un empecinado y memorioso recuerdo”.