El silencio de los abedules. Entre el saber, el amor y la brevedad de la vida, de Carmen García Guadilla, Edit. Kalathos, Madrid, 2020*

Marco Antonio Rodrigues Dias

Ex-director de la División de Educación Superior de la UNESCO (1981-1999), principal organizador de la Conferencia Mundial de Educación Superior (CMES-1998), Fundador del programa UNITWIN-Cátedras UNESCO (1991). Titular de varios doctorados Honoris Causa

La autora de esta novela histórica, Carmen García Guadilla, es conocida por sus libros académicos sobre educación superior en América Latina. Uno de ellos, Pensadores y Forjadores de la Universidad Latinoamericana, lo coordinó cuando era la responsable de la Cátedra Unesco en Pensamiento Universitario Latinoamericano, y es el que más se acerca a lo que después será su paso a la narrativa literaria, con enfoque histórico. Aunque no sea, entre sus trabajos, mi libro preferido, es la obra que ayuda a los lectores a comprender el significado de esta novela. 

En una nota de referencia, la propia autora responde a la pregunta que uno se hace: ¿Cómo llegó una investigadora y ensayista a escribir una novela? Por un lado, señala, “desde que comencé a estudiar el tema de las universidades, siempre me hacía la siguiente pregunta: ¿Qué pudo haber pasado en los primeros siglos del segundo milenio en Europa, para que, de manera simultánea y en países diferentes, surgieran estas complejas instituciones del conocimiento, que han perdurado hasta la actualidad y que se han expandido por todo el mundo?”. En otro momento, la autora señala: “Nací en una casa donde mi abuela paterna me decía frecuentemente: `En esta misma calle, al final, se hallaba la primera universidad de España´. El destino hizo que mi vida se desarrollara lejos de ese país. Sin embargo, por azar, mi actividad profesional evolucionó en el campo del estudio comparado de las universidades y, en algún momento, me interesé por conocer cómo había sido la universidad que, hace muchos siglos, se hallaba en la misma calle donde nací”. 

Era la Universidad de Palencia, fundada en 1212. O sea, que fui sorprendido por la coincidencia de que Carmen (quién yo, como casi todos sus compañeros de la UNESCO y sus lectores, creía que era venezolana, pues ha vivido toda su vida en ese país) nació en Palencia, en la cuna del sistema universitario español. 

La novela no solo se refiere a la fundación de las primeras universidades, sino que también toca asuntos que caracterizan el siglo XIII, ya que recrea hábilmente el campo cultural de esa época, con unos protagonistas que no pueden ser otros sino los propios estudiantes. Entre ellos, el alemán Jünger, quien, debido a que en los reinos germánicos no existían todavía universidades, se va a estudiar a las recién creadas de París y Palencia. En principio Jünger va a la universidad de París, la más importante en esos albores del siglo XIII, pero debido a que estalla la primera huelga universitaria, sin visos de resolverse en el corto plazo, decide irse a la universidad que se había fundado en Palencia (la de Salamanca se crea unos años después), pues le atraía la idea de estar en Castilla, cerca de los Traductores de Toledo, cuyo trabajo había alcanzado fama en la Universidad de París. 

Un rasgo importante de la novela es la coexistencia de personajes históricos con personajes de ficción, condicionados por el tiempo y lugar, como corresponde a la novela histórica. El personaje de Jünger, quién lleva la narración, es un antihéroe conmovedor, apasionado por el conocimiento; con tropiezos en el habla, pero con una gran inteligencia. Vive, como muchos universitarios de nuestro tiempo, entre accidentados amores, angustias existenciales, ambientes riesgosos. En ese tiempo había templarios, cátaros, inquisiciones y caminos peligrosos. Actualmente, nos encontramos con políticos radicales de todos los matices, negacionistas que buscan desvalorizar la ciencia y la formación universitaria, y expertos que tratan de transformar la educación en negocio financiero o en instrumento de dominación política.

En la novela también se consiguen subtramas que tienen que ver con libros, como que Jünger escribe sobre la vida de “Pedro Abelardo”, hacia el que siente gran admiración por el valor que otorga al razonamiento y al pensamiento abstracto, razón por la cual algunos historiadores lo consideran como uno de los principales precursores de la idea de universidad. También está presente en la novela otro libro, “Lo invisible de la verdad”, del cual se derivan interesantes consejos. 

La novela nos lleva, poco a poco, a la reflexión sobre la vida amenazada por su verdad inherente: la finitud. Las reflexiones sobre el morir, dejando un legado digno, con beneficios referenciales o utilidad espiritual a los que se quedan; significa convertir el padecimiento, el dolor y la inminencia segura de la muerte, en una victoria. Lo que coincide, en nuestros días, con mucho de lo que buscan construir grandes personajes que se destacan en la vida académica en el mundo entero. El personaje principal logra transmitir estos pensamientos, montado en un acervo de conocimiento, que se muestra a través de toda la novela, donde la investigación de amplio espectro histórico se articula en el montaje de una ficción trabajada con vuelo creativo. El resultado es que la novela sale ilesa de los embates que la historia real proporciona al relato, sin que su construcción se vea debilitada por el desafío que la autora despliega al manejar la coexistencia entre ficción y realidad, con un resultado a favor de una lúcida imbricación de ambas, dentro de un lenguaje desprovisto de preciosismos o malabarismos retóricos.

El valor de vivir y el de morir, Jünger lo resuelve desde su amor por el saber, unido a la lectura del mundo en claves de interpretación y curiosidad perenne. Esto junto con la valoración de las relaciones que dejan las huellas a lo largo de la vida de Jünger en el escenario de la amistad con sus maestros, Odo, Samuel, Pivot, y también, desde la camaradería estudiantil con sus amigos, entre ellos, Gonzalo de Berceo. Sus juergas en las tabernas, sus encuentros con los goliardos, los trovadores, les acerca en sus afectos. Pero no se trata de un desarrollo escéptico o candoroso, edulcorado; por el contrario, asuntos cardinales como la enfermedad, la muerte, y los amores confusos (Egeria, Anazul, la sabia Hersen), están presentes con la fuerza que implica la disyuntiva que lleva el sello de lo trágico; en la tristeza que es inherente a las separaciones, las añoranzas por el pasado y los inciertos futuros; situaciones que, en nuestros días, también son comunes entre muchos de los lectores habituales de Carmen.  

El haber escogido la opción de escribir la vida de los primeros estudiantes universitarios a través de una novela histórica, logra el objetivo de despertar y estimular el interés de conocer cómo fueron las primeras universidades en ese período relevante de la Edad Media, donde éstas  rivalizaban con la hegemonía que habían tenido los monasterios como principales depositarios del saber. 

Es muy interesante, por ejemplo, observar cómo la autonomía fue crucial desde el comienzo de estas nuevas instituciones: «La universidad -dice uno de los personajes- representa la apertura al mundo, la discusión argumentada, la crítica a los falsos poderes. Ser miembro de la universidad, sea como maestro o como estudiante, otorga grandeza al espíritu, una libertad que capacita para ejercitar no solo el autoconocimiento, sino, a su vez, el reconocimiento del universo en que se vive». Y, de hecho, cuando se conoce el impacto que ha tenido sobre las políticas universitarias en todo el mundo la declaración de la Conferencia Mundial sobre Educación Superior de 1998, vale recordar la importancia de la autonomía en las universidades. La autonomía está integrada en el DNA de estas instituciones, así como su responsabilidad social y su obligación de colaborar para la creación de una sociedad más justa, a través de la creación y del compartir el conocimiento. 

Estoy de acuerdo con una afirmación que Fernando Mires señala en una referencia a este libro: 

“La novela de Carmen García Guadilla, es un canto de amor a la universidad. La de ayer y la de hoy”. Yo añado, es un canto de amor también a la universidad del mañana, a la universidad de siempre. Algunos creen que, en la sociedad digital que se desarrolla actualmente, las universidades van a desaparecer, o serán controladas por un pequeño grupo de MOOC (Massive Open on Line Courses), reduciéndose a 5 o 10 en el mundo entero. Se engañan. La universidad, si logra mantenerse autónoma, va a seguir existiendo y cada vez será más influyente en la vida de las sociedades.  

NOTAS

* La novela se consigue en librerías en España, así como en Amazon, tanto en formato impreso como en digital