Acerca del aporte de Pensamiento Universitario en el impulso a la producción y circulación de conocimiento pedagógico sobre la Universidad
Glenda Morandi
Universidad Nacional de La Plata (UNLP)
Las reflexiones que se proponen a continuación surgen a partir de la invitación recibida por el equipo editorial de Pensamiento Universitario, a participar del Panel “Hacia los 30 años de la Revista Pensamiento Universitario. Conversaciones necesarias para consolidar el derecho a la educación superior”, realizado en la UNLP como parte de las actividades de celebración de los 30 años del primer número de la revista1. Espacio también de homenaje a la tarea de Pedro Krotsch en la apertura y consolidación en el tiempo, de un potente campo de estudios sobre la educación superior en Argentina y en la región2.
De esta manera, aun cuando buena parte de estos estudios se situó en una zona interdisciplinaria ligada a lecturas provenientes de las ciencias políticas, la sociología, la filosofía, la epistemología de las ciencias, entre otras, la revista PU incluyó también en este entrecruzamiento la apertura a la reflexión pedagógica en/sobre la universidad. Reflexión en la que entendemos que es insoslayable la articulación de las dimensiones macro estructurales con los micro procesos cotidianos de formación que tienen lugar en las instituciones desde las prácticas de los sujetos, siempre atravesados por aquellas. Complejizar y otorgar densidad a esta dimensión pedagógica es una tarea que intentamos realizar en la formación docente, desde una definición político-académica de reconocimiento y visibilización de un conjunto de saberes y prácticas, el de la producción de conocimientos y propuestas de intervención/transformación pedagógicas y didácticas en la formación universitaria3. Este enfoque supone trascender una especial preocupación por cierta demarcación de lo que constituiría una Pedagogía Universitaria entendida como una suerte de edificación disciplinar compartimentada, sino asumirla como lectura orientada, mirada, interrogación para pensar, en diálogo con otras, aquello que acontece en las instituciones, los sujetos y las prácticas.
Un recorrido por los trabajos publicados en la revista a lo largo de estos 30 años, da cuenta de este aporte indispensable. En este sentido, desde el primer número, PU sostuvo espacios de reflexión que promovieron estas lecturas, mediante la inclusión de trabajos de investigadores e investigadoras referentes clave del pensamiento pedagógico sobre la universidad. El primero al que hacemos mención aborda la cuestión de la figura del pedagogo en la universidad atendiendo a una mirada compleja de esa articulación en la escritura de Adela Coria y Gloria Edelstein (1993); dando cuenta de las dimensiones que atraviesan el vínculo pensamiento pedagógico y formación universitaria. Las asesorías pedagógicas en el retorno a la democracia y el período de normalización de las universidades fueron centrales en el proceso de recuperación democrática de éstas, en cierto modo configuraron una representación epistemológica y práctica del “saber pedagógico” en este ámbito. Sus aportes en políticas institucionales relacionadas con el abordaje del ingreso irrestricto, la formación docente y las revisiones de los planes de estudio de la dictadura, entre otros, fueron parte del proceso de democratización, y han tenido continuidad y desarrollo hasta la actualidad, aun con diferentes grados de reconocimiento y consolidación en las universidades y facultades. Recuperar su valioso papel, así como el análisis reflexivo de sus prácticas supuso un aporte fundamental en el fortalecimiento de su identidad profesional.
También, en la línea de reflexión pedagógica que interesa resaltar, en torno de las cada vez más consolidadas políticas de Reforma de los ‘90, la revista en su segundo número, expone su impacto en el campo del currículum, difundiendo las conceptualizaciones clave de Alicia de Alba (1994) acerca de su carácter de proyecto social en disputa, y de los modos en que las determinaciones que lo atraviesan se generan en las luchas de sentido en torno de la formación universitaria y, particularmente en aquel período, en las consecuencias del papel del estado evaluador en su reconfiguración. Esta lectura supuso una mirada analítica sobre el curriculum que contribuyó, desde la noción de sujeto de la determinación curricular, a pensar la necesidad de establecer horizontes críticos desde el propio campo universitario, que restauraran a instituciones, docentes y estudiantes este papel de sujetos políticos frente a las determinaciones del mercado.
También ha sido un eje nodal a lo largo de estos años, la reflexión sobre la enseñanza en la universidad y los sujetos docentes como sujetos políticos. En un primer momento se visibilizan reflexiones sobre los modos en que las políticas de los ‘90 afectaron a la docencia y las prácticas de enseñanza. La reconfiguración progresiva del trabajo docente en la universidad, sin que pudieran aun procesarse las consecuencias de la dictadura en el desmantelamiento de los equipos docentes, así como de la desaparición o el exilio de muchos intelectuales e investigadores, a lo que se sumó con posterioridad, la incorporación de una planta docente joven que hiciera frente al ingreso irrestricto, fueron problematizados arrojando luz sobre las maneras en que la lógica performativa de ciertas políticas de los ‘90 ordenaron hasta la actualidad incluso, buena parte de las condiciones del trabajo académico.
En el Número 4/5 de 1996, Pedro Krotsch señalaba:
La “nueva pastoral” se propone impulsar la generalización de una cultura orientada por el homo economicus (…) Se aplicaría una concepción de la gobernabilidad entendida desde Foucault como poder para estructurar el campo de acción de otras personas. Esta narrativa neoliberal pretende autolimitarse, pero en esta autolimitación construye las normas que le permiten asegurar una individuación de las personas y las instituciones sobre la base de premios y castigos. (Krotsch, 1996, p. 54)
Sobre esta aguda base conceptual y política, la revista aborda, en este número, trabajos tales como el análisis de Roberto Follari (1996) acerca de la compleja y contradictoria posición del claustro docente frente a las medidas regulatorias de la Secretaría de Políticas Universitarias creada en el marco de estas reformas. En este sentido, es central también la recuperación de la investigación de Hebe Vessuri (1997) acerca de la creciente presión por la inclusión de lógicas de mercado en las prácticas de las comunidades científicas. Posteriormente, son significativos en esta línea los estudios acerca de los impactos de la política de incentivos a la investigación en la docencia, particularmente el de Sonia Araujo (2001), profundizado por Marcelo Prati (2009), en la primera década de este siglo. Estas líneas de indagación fueron luego continuadas por los trabajos orientados al análisis de la profesión académica, así como de la instrumentación de la carrera docente en las universidades nacionales indagadas por Laura Rovelli y Daniela Atairo (2016); y las investigaciones de Verónica Walker (2021) referidas a las condiciones de trabajo docente, entre otras colegas. Desde otro enfoque teórico-metodológico la investigación sobre las biografías académicas configura otra potente línea de análisis en el campo de la educación superior para pensar el trabajo docente, particularmente la que realiza Sandra Carli (2020) que remite además a la consideración de las implicancias de la universidad configurada como espacio biográfico.
También las prácticas de enseñanza en la universidad fueron incluidas como objeto de análisis ya desde los ‘90, retomando en principio las indagaciones de Edith Litwin (1996), que entrelaza interrogantes acerca de sus rasgos en las diferentes generaciones de docentes que coexisten en las universidades públicas, los imaginarios que los articulan con la universidad, y los modos en que se identifican diversas configuraciones didácticas en la enseñanza de las disciplinas. Se advierte así que también las dimensiones referidas a la enseñanza fueron analizadas en esta clave, la de su articulación con los modos en que la universidad era pensada en diferentes contextos históricos. En la misma línea cabe pensar lo que acontece en el aula no como reflejo, pero sí como síntesis de las transformaciones, regulaciones y discursos que atraviesan a la universidad, y en el mismo sentido pensar las experiencias pedagógicas. El análisis que realiza María Caldelari (1995); permite comprender en este sentido la relevancia político-pedagógica y didáctica de la introducción de los seminarios en la universidad, como anclaje de la Reforma en el aula, junto con la asistencia libre y el reemplazo de los exámenes por las monografías orientadas a la producción de conocimientos. Las bases político-pedagógicas de esas propuestas continúan siendo vigentes en el escenario contemporáneo, en el que asimismo son las transformaciones culturales ligadas a nuevas subjetividades estudiantiles y a otros modos de producir saberes y su democratización, lo que se juega en las aulas. En esta tensión pueden ser leídas incluso las propuestas actuales de enseñanza híbrida o bimodalidad, en términos de lo que supone problematizar un programa político-pedagógico de formación de ciudadanía universitaria, de colectivos estudiantiles y profesionales.
Otra valiosa línea de reflexión y estudio la configura la cuestión del lugar de los estudiantes a partir de los debates iniciales sobre el ingreso irrestricto, en el periodo de normalización, que fue desplegada también posteriormente en el marco de políticas de creación de nuevas universidades y de ampliación de las bases democráticas de éstas en términos de acceso. De estos abordajes en torno de las trayectorias estudiantiles dan cuenta los trabajos de Sandra Carli (2014); y posteriormente en el número 17, Ana Garcia de Fanelli (2015) y de Marta Panaia (2015), así como los estudios de Adriana Chiroleu (2021) sobre el tema, entre otros. Se lo abordó atendiendo a las discusiones acerca de la inclusión educativa, desde el estudio de las trayectorias estudiantiles, la experiencia estudiantil, los procesos de afiliación y la categoría de educación inclusiva para pensar los problemas de la expansión en el acceso vinculadas con la diversidad y heterogeneidad estudiantil desplegadas en relación con la consolidación de la educación superior como derecho.
En este sentido, en esta recuperación de algunos de los aportes centrales de PU para la visibilización de un campo pedagógico de temas y problemas de la universidad en la especificidad de nuestras intervenciones, consideramos que la denominada crisis del 2001 supuso un punto clave de inflexión en torno del modo en que las demandas sociales interpelaron a las universidades, lo que en el marco posterior del desarrollo de políticas públicas de ampliación de derechos distanciadas de los modelos neoliberales promovieron la conformación de proyectos de universidad que gestaron un nuevo modo de relación con el Estado y con las comunidades. En este lugar el papel de experiencias de trabajo de cátedras y equipos docentes e investigadores en el territorio se complementó con la participación de políticas públicas clave en la recuperación de resortes de la organización social y económica de la Argentina. Creemos que el contexto actual, tiene similitudes con aquel proceso en el que la defensa del papel de la educación superior como derecho comienza a gestarse. En la Presentación de la revista de octubre del 2002 Pedro Krotsch destacaba:
…la necesidad que la universidad y la sociedad tienen de la intervención de la primera en la cuestión social y en el fortalecimiento de la capacidad de organización de la sociedad civil. Este compromiso con los reclamos sociales no supone un isomorfismo de propuestas y prácticas, se trata de reconstruir este espacio público teniendo en cuenta la pertinencia institucional tanto de las prácticas reivindicativas como de las propuestas. Se trata de recrear el imaginario institucional desde su propia especificidad histórica y como un actor más en el concierto de actores que enriquecen con su voz el entramado de la ciudadanía. (…) La problemática del trabajo, de la salud, la educación, la vivienda, la fragmentación social y el deterioro del medio ambiente deben constituirse en problemáticas centrales del currículum y de los programas de investigación, como parte fundamental del desarrollo científico y el desarrollo tecnológico de la nueva universidad. (Krotsch, 2002, p. 4)
El contexto actual nos encuentra en un escenario de profundización de estas realidades, frente a la necesidad de consolidar una universidad que haga viable el derecho a la educación superior, ofreciendo respuestas a estas necesidades sociales, así como garantizando la educación inclusiva para quienes se integran a la universidad.
Desafíos para pensar los recesos de formación universitarios en el presente en clave pedagógica
Desde el lugar de nuestras experiencias de formación docente de las que participamos, consideramos que esto será posible con políticas de transformación de las condiciones de trabajo docente, que garanticen las condiciones de posibilidad de desarrollo profesional como aspecto insoslayable de la reflexión sobre cómo pensamos y desde dónde interpelamos la enseñanza en la universidad.
Estas condiciones pensadas desde las políticas públicas y las instituciones, sin generar homogeneizaciones o estandarizaciones burocratizadas, debieran pensar la enseñanza y los procesos de formación como parte de proyectos político-pedagógicos que orientan los escenarios en los que se inscriben las prácticas de docentes y estudiantes, desde lógicas institucionales que les contengan y les acompañen. Que partan de un reconocimiento de la complejidad de sujetos, saberes y perfiles de formación, reconociendo líneas de intervención fundadas pensadas también desde el propio diseño del currículo y la organización de la enseñanza, que contribuyan justamente a asumirla inscripta en un proyecto institucional, colectivo, creativo, que aliente a encontrar caminos alternativos, a desarrollar debates abiertos, a fortalecer potencialidades diversas, y que habiliten que las enseñanzas tengan claridad respecto de sus orientaciones.
En algún sentido, de manera insospechada algo de esto provocó la situación de la pandemia, cuando se asumió desde el plano institucional el desarrollo de soportes, de orientaciones y capacitaciones, así como de lineamientos e instancias de definición de cómo se desarrollaría esta virtualización forzosa que hubo que configurar.
No es posible pensar en la efectiva garantía del derecho a la educación si no se pone el foco también en la enseñanza. Y en este sentido es clave entender que no puede escindirse, como muchas veces acontece, lo que sucede en el aula de las definiciones de política educativa, en el marco de un proyecto político–cultural que es de la Universidad Pública, cogobernada, democrática, popular, feminista; de la profundización de su democratización, y de las posibilidades no solo de garantizar la inclusión, sino también de superar los procesos de exclusión/expulsión que hay que decir, se suceden aún en la universidad. La enseñanza se “sabe” política (Terigi, 2004); sabe que en el aula también se juegan proyectos políticos de inclusión y justicia educativa; pero también se advierte que a docentes comprometidos con estos sentidos, determinadas condiciones institucionales y políticas hacen que se les escapen estas posibilidades de producir condiciones de igualdad.
Desde estas coordenadas quizá sea posible pensar en desplegar proyectos político-académicos, curriculares y de enseñanza que:
– Acompañen, especialmente en los primeros años, los procesos de afiliación haciendo de este primer año el lugar de la inclusión, la acogida, la hospitalidad, desterrando las prácticas que lo entienden como la instancia de selección de los más aptos.
– En los ciclos superiores planteen abordajes situados, contextualizados y orientados en torno de los problemas nodales de las prácticas profesionales en un contexto de reconfiguración del empleo y de transformaciones científico-tecnológicas complejas y limitantes para países subalternos.
– Resignifiquen y contextualicen el papel de asignaturas denominadas básicas desde sus aportes a los procesos formativos más integrales del saber hacer profesional también a partir de la revisión crítica de las concepciones positivistas y enciclopedistas aún presentes en los enfoques y selección de conocimientos.
– Asuman a les estudiantes desde el reconocimiento de su situación existencial en un mundo en el que cada vez más se dificulta la construcción de proyectos de vida, que hagan de la universidad un lugar en el que esos proyectos pueden ser respaldados y/o anidados.
– Dialoguen con los temas y problemas que los campos disciplinares y profesionales atraviesan en el escenario contemporáneo, definiendo sus programas desde esos saberes significativos.
– Se repiensen en un escenario mundial atravesado por la urgencia de distribuir la riqueza, de garantizar la alimentación, de detener la destrucción ambiental, de apostar a la garantía de los derechos humanos, de conformar ciudadanías democráticas y solidarias.
Consideramos que, aun cuando las políticas de formación se desarrollen desde estrategias no unificadas u homogéneas, estas apuestas pueden formar parte de un debate público de alcance nacional en el sistema universitario.
Notas
1 Propuesta que entendemos como una invitación colectiva al proyecto de la Especialización en Docencia Universitaria de la UNLP, a su Director Carlos Giordano, a sus docentes formadores en el campo de estudios de la educación superior, en este caso especialmente Daniela Atairo, Marcelo Prati, Sonia Araujo, Gabriela Marano y en su momento inicial también a Antonio Camou y Claudia Bracchi, entre otros; y a quienes continuaron en diferentes períodos con el legado de Pedro Krotsch al desafiarse a sostener la revista. Este es el sentido de nuestra participación, como proyecto institucional de formación docente en la UNLP, en el que Pedro Krotsch fue también docente durante varios años en el Programa anterior, la Carrera Docente Universitaria; y nos acompañó generosamente en el lanzamiento de la Especialización en el año 2007. Por otra parte, la EDU se sumó a la Red de Posgrados en Educación Superior que surgió también bajo el impulso de Pedro en el marco de los Encuentros de la Universidad como Objeto de investigación.
2 El Panel tuvo lugar en Julio de 2023, coordinado por Daniela Atairo, contó también con la participación de Dora Barrancos, Ernesto Villanueva, Martín Legarralde y Lucas Krotsch.
3 De manera que, al remitirnos a la propuesta de pensar los desafíos de las universidades nacionales hoy en relación con el derecho a la educación superior, es centralmente desde el campo de la Formación docente y la Pedagogía Universitaria de donde partiremos, y en donde inscribimos nuestras reflexiones y nuestras intervenciones político académicas en la Universidad Nacional de La Plata, pero también con docentes de más de 20 universidades nacionales en un convenio de trabajo mancomunado con el IEC de CONADU.
Referencias bibliográficas
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