30 años de Pensamiento Universitario: pluralismo democrático y conformación del campo para construir una universidad mejor
Adriana Chiroleu
Universidad Nacional de Rosario (UNC)
Pensamiento Universitario (PU) es un proyecto indisolublemente ligado a la figura de Pedro Krotsch, su líder, fundador e impulsor, asociado a un grupo de colegas que volcaron su experiencia y su pasión en este emprendimiento mientras –paulatinamente- iban transmitiendo con su labor, su experiencia a las nuevas generaciones de cada momento. Es decir, un trabajo impecable que rescata la esencia histórica de la universidad.
Surge como una publicación sin pertenencia institucional directa (con el apoyo de varias universidades y especialmente, de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA), y en este sentido se destaca su carácter independiente y plural “con los costos materiales y humanos que ello implica”, como decía Marcelo Prati en PU en 2013. Las numerosas anécdotas sobre las dichas y desdichas de Pedro, por ejemplo, en la distribución de la Revista en los primeros años, ilustran las dificultades de un emprendimiento de este tenor. Pero también nos hablan de Argentina y de la Universidad argentina y de la construcción de una voluntad colectiva de transformación.
Asimismo, la discontinuidad de la publicación (21 números en 30 años, varios de ellos dobles) dan cuenta de las dificultades para sostener un proyecto de esta naturaleza y defender la autonomía de pensamiento y la reflexión crítica como ejes vertebradores de la publicación.
Esa pluralidad a la que hacíamos referencia tenía que ver no sólo con escuchar las voces que argumentan a favor o en contra de ciertas políticas o proyectos sino también las provenientes de distintas instituciones nacionales e internacionales: abrir el juego, descentralizar la construcción del discurso, conocer y reconocer la heterogeneidad que de manera creciente se iba expresando en la universidad argentina.
¿Cuándo surge Pensamiento Universitario?
PU nace en 1993, año en que arrecian los embates contra la universidad pública. Estos ataques, a simple vista, no resultan novedosos en la medida en que la institución había sufrido en las tres décadas anteriores persecuciones, cesantías, exilios, situaciones dominadas por la desconfianza –en este caso- de raíz ideológica y el rechazo a la participación política y la movilización estudiantil en el contexto sociopolítico de la época.. A pesar de que con la recuperación de la democracia se retoma el ejercicio de la autonomía y el cogobierno, éstos constituían aún espacios de reciente exploración en un contexto en el que aún primaba una tendencia defensiva-reactiva, poco proclive a la construcción de puentes superadores de las estrecheces que caracterizan a las visiones monolíticas.
En todo caso, la novedad a partir de los primeros años 90 es que la desconfianza se liga a la manera en que se desarrollaban las funciones básicas de la universidad como punta de lanza para legitimar una rendición de cuentas que justificara una reducción del financiamiento público. Entonces, la crítica focaliza en la calidad de las instituciones, la evaluación y la acreditación pasan a ser considerados instrumentos idóneos para su medición y para fijar los parámetros generales de la distribución del presupuesto. En líneas generales, la búsqueda de eficiencia se asocia una vez más a una reducción cuantitativa.
¿Cómo era por entonces la universidad y la vida académica en Argentina?
Como dato de color, cabe recordar que, si bien Internet ya existía, la banda ancha recién comienza a comercializarse en Argentina sobre fines de la década de los 90; tampoco se hallaba generalizado el uso del correo electrónico y las comunicaciones entre instituciones y académicos se hacían por medio del correo postal (lento y poco confiable) o del teléfono fijo (costoso especialmente en las comunicaciones internacionales y nacionales). En pocos años, la informática y la tecnología de la comunicación transformarían la producción y sobre todo la interrelación entre pares e instituciones, pero para el año 93 los intercambios académicos eran aún lentos, pesados y, casi siempre, mediados por Buenos Aires. Esto hacía más valiosa la publicación de una revista sobre temas universitarios, con aportes de académicos a nivel nacional e internacional y una circulación que, si bien aún reducida, permitiera ampliar el foco de las reflexiones y avanzar en la conformación del campo.
A raíz del extenso período de intervenciones en las universidades, la vida académica se había visto paralizada, interrumpida, fragmentada, individualizada. Eran escasos y tenues los lazos entre las instituciones y los grupos de investigación que se hallaban por entonces en proceso de conformación o consolidación y tenían todavía –en general- un bajo nivel de profesionalización. Existía también una exigua reflexión sistemática sobre la propia experiencia universitaria y muy frecuentemente una defensa corporativa de una “idea” de universidad con poca o ninguna base empírica, que no se compadecía con la institución de existencia real. Por entonces, el posgrado estaba en ciernes y carecía de una especialización consistente en las disciplinas; las publicaciones eran pocas y las bibliotecas universitarias se caracterizaban por su pobreza. No existían tampoco bases de datos confiables a nivel universitario y las estadísticas adolecían de una mínima calidad y confiabilidad.
En términos de política nacional, el Plan de Convertibilidad había inaugurado una nueva estrategia de acumulación y el peso de las recomendaciones de los organismos de financiamiento multilateral (F.M.I., B.M.) sobre la reforma del estado en general y sobre la universidad, en particular, auguraban tiempos complejos para esta institución.
En el año ‘93 se inició el proceso de expansión y transformación del Sistema de Educación Superior. Por entonces existían sólo 28 universidades nacionales (actualmente 57 sin contar las 5 creadas sobre fines de 2023) y 29 universidades privadas (actualmente 50). Entre las primeras, promediando los 90 se fundaron 6 instituciones en el conurbano de Buenos Aires, con formatos más modernos y buscando una mayor vinculación con el territorio. Se Inició entonces, un proceso de expansión y heterogeneización del sistema destinado a imponer nuevos retos a las universidades. En ese mismo año 1993 se creó también la Secretaría de Políticas Universitarias a cargo de Juan Carlos del Bello y se puso en marcha el Programa para la Reforma de la Educación Superior (PRES), con financiamiento internacional. Dos años más tarde, se sanciona la nueva Ley de Educación Superior en la cual se incluyeron temáticas como la evaluación y acreditación, que dominarían la agenda de discusión universitaria.
En esta década, los cuatro ejes que vertebraron la reforma del nivel superior se vincularon a la multiplicación de las fuentes de financiamiento y al estímulo para la obtención de recursos adicionales por fuera del presupuesto público, la evaluación, la autonomía universitaria (y las tensiones en relación con la evaluación), y la diferenciación institucional (más universidades públicas y privadas, surgimiento de los Institutos Universitarios, promoción de formatos diversos). Muchas de estas medidas despertaron el rechazo de la universidad pública, un rechazo muchas veces visceral que requería un análisis complejo, más fundado y minucioso. Años interesantes para iniciar una publicación como PU que buscaba generar y alimentar los debates, ilustrar la situación internacional, formar e informar.
¿Por qué surge Pensamiento Universitario?
Una primera cuestión a destacar es que PU nace a contramano de las tendencias que se expresaban en el ámbito internacional y nacional caracterizadas por la abrumadora presencia de un discurso único, y tuvo como marca de nacimiento una vocación de apertura y pluralidad propias del mejor sentido universitario.
A lo largo de las editoriales (Presentación) de los primeros números se va perfilando el “por qué” de la publicación de PU. Así, en el Nº 1 se señala la singularidad del momento que atraviesa la universidad argentina, en el que “sus identidades internas apenas comienzan a perfilarse, luego de décadas de intervención estatal”. En este momento, convergían sobre ella nuevas demandas sociales y el Estado procuraba imponer un modelo de relación diverso. Las primeras se expresaban especialmente a través de un fuerte reclamo de acceso; las segundas se materializaban en la crisis de confianza que justificaba una profunda rendición de cuentas.
En este sentido, se hace referencia al cambio de la relación Estado-Universidad y al escaso bagaje que los universitarios argentinos tenían por entonces para asumir los nuevos retos:
“… las nuevas reglas del juego que se construyen lentamente entre la universidad y el Estado a partir de 1989 se desarrollan en un contexto intelectual caracterizado por la fractura de la memoria y, también, por la debilidad de los instrumentos conceptuales disponibles para comprender los problemas de la propia universidad” (Krotsch, 1993, p. 1).
En tal sentido, la propuesta que efectúa PU focaliza en la ampliación de horizontes para mejorar el funcionamiento de la universidad y aggiornarla. Cabe destacar, que la universidad argentina había transitado apenas lateralmente por la modernización de los ‘60 que sí había hecho pie en otros países de la región (Brasil, México, Chile). Asimismo, el aislamiento que habían impuesto los gobiernos militares había reducido a la mínima expresión la interacción académica a nivel nacional e internacional.
De la misma manera, la publicación de artículos de prestigiosos autores internacionales en los dos primeros números, exhibe también la voluntad de poner a disposición la producción académica más actual y abrir espacios de difusión y discusión sobre temas que, entre nosotros, no tenían aún cabida.
¿Para qué surge Pensamiento Universitario?
Por distintas vías, PU procura recuperar la memoria histórica a través de una revisión del pasado: al respecto, un botón de muestra lo constituye la inclusión de dossiers sobre temáticas puntuales, como la Reforma Universitaria o el movimiento estudiantil, entre otras; conocer y reconocer las características de nuestras instituciones, abordarlas y analizarlas a la luz de la experiencia internacional. Así, en el Nº 1 se sostiene que:
“Recuperar la memoria, incorporarse al debate contemporáneo y reconocer los procesos mediante los que se producen y reproducen las instituciones son algunas de las precondiciones para afrontar los grandes retos del presente y los aún inciertos desafíos del futuro” (Krotsch, 1993, p. 2).
Se requería fomentar la investigación en el área específica de estudios sobre la universidad, un área poco desarrollada hasta entonces y cuya necesidad se hacía sentir de manera impostergable por los desafíos que planteaba la nueva relación Estado-Universidades. En el N°2 se propicia la construcción de
“espacios para una reflexión independiente y comprometida con la necesidad de preservar los espacios públicos que la hagan posible, a la vez que provea los instrumentos para una más eficaz defensa de los mismos. De la suma de acciones concretas en esta dirección surgirán posibilidades concretas de recuperar la vitalidad cultural, científica y educativa que la educación y en especial nuestras universidades tuvieron alguna vez” (Krotsch, 1993, p. 2).
Se buscaba asimismo avanzar en la conformación del campo de estudios sobre Universidad cimentándolo y articulándolo con los debates internacionales contemporáneos presentados por medio de los aportes de autores que no habían alcanzado aún una amplia difusión en el país. Así, en los primeros números se incluyen entre otros, trabajos de Tony Becher, Daniel Levy, Luiz Antônio Cunha, Guy Neave, Alicia de Alba, Alexander Astin, Carmen García Guadilla. La presencia de autores latinoamericanos procuraba dar a conocer la voz de académicos de la región y mostrar a través de la experiencia comparada puntos de vista y prácticas correspondientes a realidades más próximas a la nuestra. Las temáticas abordadas fueron diversas: estudios sobre académicos, formas de gobierno en la educación superior, autonomía, curriculum, posgrados, evaluación, etc. Asimismo, la intención fue estimular un mejoramiento y un desarrollo sistemático de la estadística universitaria superando así su atraso relativo.
En líneas generales, la intención era avanzar en la conformación del campo de estudios sobre la educación superior, reconociendo, por una parte, a la universidad como organización compleja, y por la otra, las dificultades que este proceso entrañaba y la situación que asumió en América Latina y en los países centrales. De tal manera, se buscaba estimular la investigación en el área, la conformación de redes de académicos y la difusión de eventos y publicaciones que democratizaran la información entre los pares académicos. Asimismo, suministrar a los universitarios herramientas suficientes para pensar de manera autónoma sobre la posible forma de alcanzar una transformación / cambio / reforma de la institución en conexión con la generación de políticas públicas. En esta misma sintonía, la organización a partir de 1995 del Encuentro “La Universidad como objeto de investigación”, promovida desde la revista, procuró sumar otra vía de construcción de comunidad y de un campo autónomo de reflexión sobre la universidad a la par de incorporar las voces locales a los debates internacionales.
Otra estrategia utilizada para incentivar el intercambio y la discusión se dio a través de las Entrevistas, en las cuales se identifica a referentes ubicados en diversas posturas para interrogarlos sobre cuestiones comunes. Las voces se expresan así sobre un mismo cuestionario, cuyo análisis permite al lector elaborar sus propias conclusiones. En el Nº 1 por ejemplo, en torno a la temática “Relaciones entre el Estado y la universidad”, participan autores de trayectorias y pertenencias institucionales diversas como Juan Carlos del Bello (Secretario de Políticas Universitarias), Angel Plastino (ex Rector de la UNLP), Sonia Alvarez de Trogliero (Secretaria Académica de la Universidad Nacional de Salta) y Juan Carlos Pugliese (ex Rector de la Universidad Nacional del Centro). La promoción de una conversación entre pares que intentase recoger la pluralidad de voces se expresa también en el Nº 4/5 publicado en 1996 que organiza la sección Entrevistas en torno a un breve cuestionario que se titula “A propósito de la Ley de Educación Superior” y que presenta un contrapunto entre Juan Carlos del Bello y Daniel Cano, dos representantes de posiciones y visiones claramente opuestas en torno a la temática.
Incentivar el intercambio, poner el foco en posiciones divergentes para favorecer la convivencia y la conversación entre los pares constituye pues, un objetivo para construir comunidad (al menos, con las limitaciones que ésta tiene en la actualidad en términos de Zygmunt Bauman). Como destaca Antonio Camou, la conversación apela a la idea que las voces que se entrecruzan no guardan entre sí un orden jerárquico, sino que constituyen una forma de gestionar el conflicto a través de la polifonía, abriendo la participación a nuevas ideas, en vez de cerrarla y uniformarla. En palabras del propio Pedro,
“La revista pretende construir una mirada respetuosa de la multiplicidad institucional y regional del sistema: finalmente la universidad no es ni más ni menos que la potencialidad que las diversas y múltiples unidades tienen de constituirse en un entramado complejo de vínculos, iniciativas y proyectos compartidos” (Krotsch, 1994, p. 1).
En fin, el desarrollo de la reflexión crítica sobre el quehacer universitario y la articulación entre la producción de conocimiento específico y la generación de política pública se presentan como formas proactivas de ejercicio de la autonomía que conducen hacia la superación de una visión autodefensiva y complaciente de las prácticas cotidianas.
PU y la comunidad académica nacional
Desde su primer número, PU tuvo un fuerte impacto y una recepción muy favorable en la comunidad académica. Si recordamos las características de aquellos años, resulta palmaria la distancia entre la mirada unilateral y hegemónica propuesta desde el Estado y la búsqueda de construcción de una reflexión compartida y un espacio de encuentro propuesto por la revista.
La publicación de aportes internacionales supuso una ventana a la producción internacional y junto al Encuentro “La Universidad como objeto de investigación” estimularon la reunión y el intercambio entre pares de lo que se estaba produciendo en el país. En tal sentido, abrió camino y buscó seguir creciendo, fiel a su idea original, a pesar de las dificultades y obstáculos que lentificaron su andar.
PU nace en un escenario de crisis profunda y acompaña el devenir de la universidad en estas tres décadas; Argentina y la universidad argentina han cambiado significativamente: expansión institucional y de la matrícula, desarrollo del posgrado, legitimación de la evaluación y acreditación de carreras e instituciones, transformaciones curriculares, internacionalización, etc, etc. La reflexión sobre las temáticas específicas se ha extendido y sin duda se ha avanzado en la conformación del campo.
Fue un proyecto sumamente exitoso en muchos aspectos, liderado y sostenido de manera obstinada por un conjunto de colegas liderados por Pedro Krotsch y tres décadas más tarde sigue siéndolo: las generaciones más jóvenes han tomado el relevo y continúan bregando por sostenerlo. En estos “tiempos líquidos” esto es toda una proeza y en un escenario de incertidumbre y crisis como el que tenemos frente a nosotros, la necesidad de profundizar el diálogo, no para escucharnos sino para “conversar”, para oír todas las voces sin exclusiones, para encontrarnos, una vez más, se constituye en una meta indispensable.
Sin embargo, es necesario reconocer que PU será siempre un proyecto inacabado pues siempre los universitarios necesitaremos estar alerta contra discursos monolíticos y miradas complacientes, para recrear un espacio de encuentro horizontal entre pares, un ámbito en el que se entrecrucen todas las voces. El objetivo sigue siendo generar una reflexión crítica contra todas las formas de dogmatismo como manera superior de ejercicio de la autonomía y arma de defensa en tiempos oscuros.
Referencias bibliográficas
Krotsch, P. (1993). Presentación. Pensamiento Universitario, 1(1).
Krotsch, P. (1994). Presentación. Pensamiento Universitario, 2(2).