Los estudios sobre la universidad: autorreflexividad y autonomía1
Pedro Krotsch
Pensamiento Universitario (PU)
Más que una conferencia, quiero hacer una serie de reflexiones sobre la temática que tendría como centro el tema del campo de estudio sobre la universidad, que creo es en lo que ustedes están en este momento comprometidos. En un hecho que, por ahí, me parece que no se dan cuenta de la trascendencia que tiene como un hecho constitutivo de este tipo de reflexión o meta reflexión sobre la universidad. Esta articulación que han hecho sobre fragmentos de trabajos sobre la universidad pero que no se inscriben, digamos, en un discurso o paradigma de comprensión del conjunto de la universidad. Cuestión que, por otro lado, está relativamente avanzada como campo. Un poquito sobre eso voy a hablar. Pero antes quiero agradecer a, yo no sé cómo definirla a la rectora que ustedes tienen, pero como siempre digo la verdad que cometo el pecado de depositar en ella todas mis esperanzas. Yo creo que es una falta de respeto buscar siempre una especie de refugio, y digo refugio para la esperanza. Sobre todo, de un sistema que uno ve difícil, en circunstancias difíciles, sobre todo en esto que llamamos la capacidad de reflexionar sobre sí mismo y de anunciar un posible futuro.
Pensar la universidad y al mismo tiempo cómo poder pegar un salto e imaginarnos una situación hacia el futuro. La dificultad que tenemos en la Argentina de escaparnos del puro presente. Estamos siempre envueltos en una especie de vorágine, sin poder anunciar novedades como lo hizo la Reforma de 1918, por ejemplo. Y en esta medida pensaba y recuperaba mi temor a cristalizar la Reforma en determinadas proposiciones o consecuencias que a cada uno le interesa hilvanar de la Reforma, y no pensarla como un gran acto de puesta al día con lo contemporáneo. Esta voluntad de ser contemporáneos con el mundo que supuso como intención la Reforma. Yo creo que también esto de construir un mito hacia atrás es peligroso. Y creo que tenemos que abrevar el sentido profundo de la Reforma para pegar un salto, de alguna manera, volviendo a los orígenes intencionales de la Reforma. Una pequeña dimensión acerca de lo que es mi preocupación por la universidad, como yo no hablo del objeto, sacando un poco de Pierre Bourdieu esto de “objetivar al sujeto objetivante”, porque me llamó la atención siempre esto, cuando Bourdieu dice “tenemos que ejercer una vigilancia epistemológica sobre nuestro propio discurso”. Tenemos que cuidar nuestro derecho de decir la verdad. La universidad siempre se ha otorgado el derecho de hablar sobre la verdad, las verdades sociales y naturales, pero poco hacemos para fundar este conocimiento en una reflexión, en una autorreflexividad.
Estando en México me preguntaba dónde está el origen de la decadencia argentina. Perdón que hable así, pero yo creo que hay mucho de esto, si uno lo vive históricamente. La primera preocupación fue trabajar sobre la iglesia. Me preguntaba hasta dónde la iglesia argentina no fue un impedimento a la modernización, a partir del 1930 sobre todo, con esta perspectiva anti ilustrada. Y en la universidad se ven estas fisuras permanentes de la historicidad. Este es un tema bastante árido. Después dije, la universidad es un objeto reactivo importante, reflejo del pasado, y por supuesto, anunciador del futuro. Y yo diría, motivado un poco por las políticas de la década del ‘90, y preocupado porque la agenda nos venía impuesta desde afuera, de alguna manera desde el Estado y desde los organismos internacionales. Yo me preguntaba qué es lo que nosotros ponemos de contraparte de esta negociación, de esta discusión acerca de la agenda universitaria. Y evidentemente los canales de financiamiento, los canales de interlocución, estaban establecidos por el Banco Mundial, no tanto porque el Banco quisiera preocuparse por la educación, sino más bien porque desde la política argentina había que encontrar un respaldo a una reforma de la universidad. Fue más bien la búsqueda de un nicho del Banco Mundial, que al revés. El Banco Mundial en ese momento estaba priorizando sobre todo la escuela primaria, de manera que tuvimos la reforma de los ‘90, no quiero satanizar toda la experiencia, pero la preocupación en ese momento era que todo estaba construido para introducir un lenguaje y nosotros no teníamos prácticamente una respuesta proactiva. Siempre fue una respuesta meramente defensiva. El caso de la CONEAU fue un ejemplo de eso. Cuando se planteó la posibilidad de crear un organismo desde los propios organismos, una especie de acrecentamiento de abajo para arriba, es decir de crear un organismo de las mismas universidades para sus procesos de evaluación, esto fue muy boicoteado, pero finalmente la iniciativa la tomó el Estado. Aquí no había tanta unilateralidad como uno piensa, sino que también había divisiones en términos de la construcción del discurso propio. En ese momento me ofrecieron un tema por el cual valía la pena comprometerse. Les dije “hay dos instrumentos para crear un campo: primero, en términos clásicos, una revista y un acontecimiento”. El acontecimiento es “La Universidad como Objeto de Investigación”, es el encuentro de investigadores en la base del sistema, pensando no tanto en las autoridades, en la línea de los organismos internacionales, sino en recuperar el trabajo. Un poco el ejemplo que ustedes están construyendo aquí, recuperar el trabajo disperso y tratando de generar redes entre temáticas en las propias universidades. Y la otra, era la creación de una revista que de alguna manera comience a decirle a la universidad “hay una reflexión sobre la universidad”. Una reflexión teórica y una más instrumental, pero existe en el mundo una reflexión importante acerca de la universidad como objeto válido de conocimiento. Y esto lo digo así porque hasta los ‘90 predominó un lenguaje básicamente normativo y propositivo, pero no un lenguaje analítico. Hablamos siempre de lo que la universidad debe ser, pero conocemos poco acerca del proceso interno de la universidad. Hay un agujero negro que todavía persiste, diría, en términos de cuales son los procesos que hacen de la universidad este universo tan complejo. Esa es la discusión que algunos plantean, ¿es un animal que es un zoológico, o es solamente una variedad de especies que andan cada uno por su lado? ¿La universidad contiene a estos animales o no los contiene? Y hay una imagen, si uno mira la universidad desde muy arriba va a ver una cierta unidad, pero en la medida que uno baja, va viendo que las tribus no se parecen casi en nada. Los matemáticos con los historiadores, los historiadores con los diseñadores; se distinguen hasta en términos del matrimonio y las relaciones amorosas que tienen entre ellos. Lo que quiero decir con esto es que, yo creo que es uno de los objetos -uno se enamora de las contrapartes, de las elecciones que uno hace porque las tiene que justificar- más apasionante. Mucho más apasionante de lo que uno cree. Porque creo que hay una naturalización de estar en la universidad, como hay una naturalización del matrimonio. Son instituciones muy fuertes, que uno vuelve casi como naturales. Sin embargo, esto no es así. La capacidad de socialización que tiene la universidad es brutal y enorme. De manera que yo creo que son los miembros más complejos que uno puede abordar en términos, digamos, de una perspectiva que nos falta, vertical y horizontal, en el sentido sistémico y en el sentido también de la multiplicidad de disciplinas que se desarrollan en la universidad y todas las perspectivas que esto supone.
Y, por otro lado, la visión más institucional del punto de vista de la gestión, del gobierno, etc. Pero la diversidad de temáticas siempre tiene que ver, lo voy a enganchar, con el tema del campo. Yo decía un objeto apasionante que vale la pena. Hay una dificultad intrínseca de los estudios sobre la universidad. La pregunta sería: ¿hasta dónde hay un campo de estudio sobre la universidad? Hay países donde esto está más constituido y otros en que está menos constituido. Depende mucho también de la política que uno se da para la construcción de un campo. No es solamente una cuestión acerca del saber de la disciplina. Pero la dificultad de construcción del campo, yo creo, básicamente radica en tres cuestiones. Primero el objeto, es un objeto muy diverso, atañe a problemas disciplinares, problemas de gobierno, de participación, es un universo complejo. Las interacciones son esporádicas, no son burocráticas. Las unidades de trabajo se vinculan, pero esporádicamente. Responden más bien a intereses particulares, que a un orden burocrático. Las unidades se juntan de acuerdo a intereses, no a lógicas burocráticas. Como la entidad pública que generalmente reconocemos desde el punto de vista de la estructura weberiana. Entonces, digo, la complejidad del objeto, por un lado. El objeto tiene muchos núcleos problemáticos que tratar.
Por otro lado, las perspectivas disciplinarias. Son también múltiples. No es lo mismo un enfoque hecho desde las Ciencias Políticas, desde la Sociología, la Historia, la Antropología, la Psicología, las Ciencias de la Educación… Son todos, de alguna manera, enfoques difíciles de conciliar. Muchos autores como Teichler han tratado de encontrar algunos paradigmas unificadores. En algunos casos, sobre todo la perspectiva más bien organizacional, es la que ha concentrado, un poco, aquello que puede ser un elemento unificador, otros utilizaron la perspectiva histórica. Pero hay una discusión que yo diría que no tiene mucho sentido en este momento para nosotros. La otra cuestión, la diversidad de las perspectivas disciplinares.
En tercer lugar, como dificultad para la construcción del campo, está todo lo que tiene que ver con lo posicional. No es lo mismo una investigación de la universidad en el marco de la gestión, como apoyo a la gestión, que una investigación realizada en el campo de las disciplinas desde perspectivas a largo plazo, libertad de construcción de las temáticas, etc. Esto es muy interesante porque muchos han propuesto… Terenzini decía, por ejemplo: “los estudios sobre la universidad han abandonado su origen”, su origen pragmático, como instrumento de gobierno. Y ahí hubo una discusión muy interesante en los años ‘80 sobre la importancia de la reflexión libre sobre la educación. La discusión era sobre la investigación en el campo educativo, no tanto en la universidad. Porque en esas zonas de libertad es también donde uno puede reinventar los problemas y esbozar los problemas que no están escritos en la agenda oficial. Todo esto hace difícil la construcción de un cuadro unificado de reflexión sobre la universidad.
En esta discusión que ya se ha tenido en algunos seminarios sobre cómo construir este campo, yo creo que lo que hay que hacer es simplemente tratar de articular redes entre disciplinas y cruzarlas con núcleos problemáticos. Por ejemplo, algunas políticas en torno a núcleos problemáticos, que son interdisciplinarios o transdisciplinarios, y por otro lado también promover lo que es la investigación en la base disciplinaria del sistema de las ciencias políticas. ¿Por qué la importancia de las bases? Porque yo creo que el corpus disciplinario tiene una enorme capacidad de expandir en las nuevas temáticas. Ahí también se trata de la política que ponga de moda la temática, pero una vez que determinados tipos de temas prenden en la comunidad académica, y esta era un poco la venganza que yo sentía con la universidad como objeto. Es decir, nosotros vamos a trabajar la base del sistema, tratando de promover la investigación desde la base del sistema, porque ahí están los elementos organizacionales, que aseguran el crecimiento permanente del campo. Entonces, yo creo que hay que arraigar el trabajo sobre la universidad, aunque permanezca fragmentado por ahora. Tenemos vacíos enormes. Por ejemplo, no existe una historia de la universidad en la Argentina. Las historias institucionales son todas celebratorias. Hay muy poca investigación en el campo de la historia. No sabemos cuál fue, cómo fue la construcción. Hoy se esbozaron en el seminario algunas cuestiones, micro, a nivel institucional, a nivel del sistema, pero tenemos muy poca memoria institucional, la memoria de los actores, porque ha habido interrupciones dramáticas en la continuidad de los actores institucionales. Es decir, los relevos generacionales no se han dado como deberían darse en un país normal. No hay relevos generacionales que permitan la construcción de la historia viva, una memoria viva. Y, por otro lado, tampoco hay una memoria escrita. Salvo cosas de Halperín Donghi, algunas cosas que hay en La Plata, acá creo que se ha hecho también, pero son muchas veces de carácter… que tienen que ver con las celebraciones, los aniversarios, etcétera, pero creo que estamos saliendo de eso. En los últimos años realmente ha habido una expansión muy significativa en la investigación sobre la universidad en la Argentina, sobre todo si uno lo compara con países como… Bueno, en México, donde está muy institucionalizado esto, algo que habría que reflexionar, está el IISUE2 que es un enorme instituto, tiene como 100 investigadores que trabajan sobre el sistema y sobre la institución de la UNAM. Es un gran centro de reflexión y de construcción de la memoria, digamos. Nosotros… Yo creo que, en este momento, por el número de gente que participó por lo menos en el congreso, estamos en una situación realmente muy próspera. Todavía desorganizada, pero próspera en términos de constitución numérica; más que Brasil. En ese sentido nosotros avanzamos bastante más en la percepción de esto como un campo. Cuando digo campo, en realidad lo estoy tomando un poco de Bourdieu a esto. Es un lugar de disputa por el poder de un sentido, de algo que está en juego, pero que tiene criterios de entrada, salida; ese es el sentido. Digamos que los bordes de este campo son muy porosos, por lo mismo que decía antes. Los historiadores, por ejemplo, prefieren quedarse como historiadores, no como investigadores de Educación Superior, porque la fortaleza disciplinaria es mucho mayor. En algunos casos es así, en otras disciplinas no, por ejemplo en las Ciencias de la Educación, donde pasar posiblemente a la Educación Superior sería un traslado en términos de capital académico interesante. Pero especialmente en Historia no. Pasar del campo de la Historia al de la Educación Superior es una pérdida, digamos, de capital académico. Estas cosas también son muy interesantes. Haciendo una memoria, por ahí para ustedes no sé si nueva o no, pero en realidad pensar la universidad es una cosa relativamente vieja de la cual no tenemos demasiada consciencia. Pero yo no voy a ir a la Edad Media donde el trabajo intelectual, la universidad, tiene un rol ya fundamental en el Siglo XII. Pero más bien yo diría que lo que impregna hoy el sentido de la universidad, el sentido más profundo, en realidad es como un imaginario que nos recorre de manera falsa. La libertad de enseñar, la libertad de la investigación. En realidad, está pensada no solamente como formación de un hombre, y yo me preguntaba cuál es nuestra formación, nuestro modelo universitario. Yo creo que este modelo todavía está presente. El modelo profesionalista, liberal, como algo de la sociedad civil. Yo creo que el pensamiento de principios del siglo XIX sigue siendo un trasfondo no siempre realizado, para decirlo de otra manera, pero sí como aspiración y como legitimación de los fundamentos de la universidad. Es un fundamento, pero no siempre realizado en la práctica en la construcción universitaria, ni en Estados Unidos, ni en ningún otro lado. Pero sí sirve como un discurso legitimador, incluso para nosotros. Cuando hablamos de la universidad, no hablamos de la universidad profesionalista, hablamos como si fuera el lugar de la ciencia, de la producción de la ciencia y la cultura, que es lo que nos legitima. En el sentido en que lo planteaba Julio V. González, es el lugar en el que podemos hablar en nombre de lo universal. Los primeros discursos, en realidad, vienen muy asentados en el idealismo filosófico alemán, donde hay diagnósticos. Yo ayer estaba pensando: es un discurso propositivo, pero no es cierto, porque en muchos de ellos hay un diagnóstico fuerte sobre la universidad contemporánea. Y en realidad es una crítica a la universidad alemana y cuando se repiensa la universidad alemana, se piensa… Dice Humboldt: “tenemos que recuperar en el campo de la cultura lo que hemos perdido, en términos materiales, en la guerra”. La universidad es ese instrumento racional para recuperar la cultura que la civilización francesa, de alguna manera, se llevó. Y en Estados Unidos, yo diría, la primera reflexión fuerte que está presente en la Argentina a través de meandros, yo diría, porque no tenemos un patrón demasiado firme en ese sentido. Pero también está en el modelo de la universidad norteamericana a principios del Siglo XIX toda la corriente, digamos, de la universidad científica alemana, sobre la norteamericano que tiene el posgrado… Los norteamericanos han sido muy virtuosos en la incorporación de estructuras basadas en sus propias estructuras. El posgrado que ellos inventan tiene que ver con el núcleo científico de la universidad, sin modificar el College, han buscado un lugar sin transformar la estructura. Pero a fines de los ’50, en realidad, el modelo norteamericano es el que impacta fuertemente con el funcionalismo en casi todos los países del mundo. Y en ese sentido es impresionante lo de la universidad…, yo creo que es prácticamente la única institución que se volvió universal, en términos de un modelo. Porque el modelo chino, árabe, han quedado muy sometidos a este modelo de universidad occidental. Y cada vez más, por otro lado.
Quería también reflexionar, decir alguna cosa, hay un intermedio… La reflexión sobre la universidad toma un ímpetu fuerte, pero ya desde una perspectiva más organizacional en los ‘60, y esto tenemos que fijarlo, porque a veces reflexionamos mucho sobre el impacto que determinadas políticas tienen, y nos olvidamos de la importancia que tiene el devenir estructural de la universidad. En eso Martin Trow, en los ‘60, pone el énfasis sobre las modificaciones que trae la ampliación del ingreso a la universidad por sí mismo. Nosotros tendemos mucho a pensar que el Banco Mundial, etcétera, pero yo pienso que hay muchas de las políticas y muchas de las problemáticas que tienen que ver con la ampliación de la demanda. Que dependen del sistema universitario. No es lo mismo tener cien universidades como tenemos hoy, que tener las seis que había en los ‘60. Evidentemente la competencia del mercado existe más allá de que se promueva o no se promueva. Esto pertenece a la naturaleza del número. Esta temática de los estudios sobre la universidad se acrecienta mucho a través del planeamiento y la teoría de los recursos humanos, cuando se pasa de la universidad de élite a la universidad de masas. Y el estudio sistemático de los procesos universitarios y la necesidad de adaptarse a un mercado privado hacen que los estudios sobre la universidad tengan un lugar muy importante. Es la masificación, básicamente, lo que está jugando. En términos de números, de inscripciones, de ingreso.
También quiero recordar una cosa que me gusta mucho, en el sentido de la recuperación de los ideales de la universidad. Hay un artículo maravilloso de Paul Ricoeur, donde la gran pregunta que se hace ya en los ‘70 es: “¿dónde colocar la idea de universidad en un sistema que se masifica, que ha perdido este sentido de universidad crítica, ligada a la investigación, a la autonomía, a la reflexividad?” Es decir, tal cual fue pensada. Entonces, dónde colocamos esto en un mar de servicios que son funcionales básicamente a las necesidades de la sociedad, pero que no son, desde el punto de vista intelectual, actores críticos, digamos. Me parece que, después, se retoma muy bien en la versión más actualizada de de Sousa Santos, sobre, también, la universidad sobredemandada. Yo creo que es muy interesante porque recupera muchas cuestiones. Por ejemplo, lo de la evaluación. Dice, “hay que transformar la evaluación en un elemento emancipatorio de la universidad”. Es una de las primeras discusiones que nos planteábamos hoy. Cómo salir de la evaluación como control, para construirla en un instrumento de auto reflexividad institucional. Y a veces es difícil, porque las mismas instituciones no saben cómo funcionan estos instrumentos para apropiárselos como instrumentos de auto reconocimiento. Generalmente lo que hacen es pedir estándares, es mutuo: por un lado, los organismos del Estado tienen la apetencia de estandarizar y, por otro lado, del otro lado, piden la receta para ver cómo salir del paso. Hay un juego ahí, donde la pérdida de autonomía y esta autorreflexividad de la institución se difuminan. Yo diría que Durkheim también, evidentemente, desde el hallazgo de la filosofía, las ciencias sociales, es un paso muy grande en la cuestión de la pedagogía en Francia, que es un libro poco conocido sobre el papel de la universidad en la construcción del sistema. Para los que hoy están trabajando sobre el sistema me parece que es muy interesante. Porque él plantea esta relación, cómo la universidad en realidad pare al sistema educativo. Es la matriz del sistema educativo como construcción política.
Bueno, después podemos ir a algunas preguntas, no sé si tienen tiempo. Finalmente, lo que esta rápida recorrida sobre las problemáticas de constituir este campo, que yo creo que… hoy tengo la sensación de que hemos logrado un paso muy importante con este encuentro porque se ha manifestado en el interior de la propia institución. Porque tenemos ahora varias instituciones sobre la universidad. Hoy de alguna manera, se está complementando acá con una masa crítica dentro de la propia institución. En este sentido, yo creo que esto lo podemos potenciar el año que viene, haciendo el encuentro “La Universidad como Objeto de Investigación”, aquí.
Creo que tenemos que aprender a pensar más en términos de sistema. Estamos muy encerrados en nuestros núcleos y nos falta una perspectiva del conjunto del sistema. Cuando digo sistema, estoy hablando del sistema terciario. No podemos hablar de la universidad si no hablamos de la Educación Superior no universitaria, mal llamada no universitaria. Pensar hoy sólo en la universidad comercial… las posibilidades de la universidad pública de acuerdo a las misiones que uno cree realmente que debe tener. Hay otros sectores del nivel terciario que pueden realizar muchas de las funciones que tiene la universidad hoy, que pretende acaparar para sí. Y este es, me parece, el sentido diacrónico en el tiempo, en el sentido sistémico, lo que de alguna manera tenemos que trabajar en nuestra cabeza y pensar desde ahí la universidad.
Yo creo, y volviendo a lo anterior, que tenemos que, en este sentido de la construcción del campo, no apresurarnos a construir ningún tipo de paradigma. Es decir, de dónde, cuáles son las perspectivas disciplinares dominantes o dominadas, sino básicamente crear redes de trabajo. Entre universos, digamos, analíticos parecidos. Uno ve que en general no se encuentran. La problemática del diseño, por ejemplo, mucha gente trabajando sobre historias particulares de su facultad, que no se conocen con otras facultades, con otras de otras universidades. Y hay varios trabajos sobre la historia del diseño, en relación a la arquitectura. Sin embargo, no hay interlocución entre estos distintos investigadores.
Bueno, creo que estas son las breves reflexiones. Por último, quiero también dejar como una cierta preocupación, sobre el primer tema que había planteado. Esta universidad como un tema apasionante, pero al mismo tiempo como un objeto preocupante. Quería señalar una cuestión que sí me preocupa, que es la creciente baja participación en el concierto mundial de la producción de conocimiento de la universidad latinoamericana. Esto no fue claramente señalado en el encuentro de Cartagena de Indias, pero yo creo que ha sido muy pobre en términos de diagnóstico y muy proclive a los anuncios de consenso que generalmente son anuncios, muchas veces, vacíos de contenido real. Pero tenemos que tener en cuenta, por ejemplo, datos de inversión en ciencia y desarrollo científico y tecnológico. En América Latina, no llega… El máximo creo que es Brasil, que se está acercando al 1 %, Chile un poco más y nosotros andamos debajo del 1%. Corea con treinta y seis millones de habitantes produce más patentes que los 500 millones de habitantes de América Latina. Nuestra participación en la producción de conocimiento, en términos de artículos, ha decrecido por la emergencia de países del este asiático, sobre todo, países emergentes. Y también de algunos países como Egipto o la India. De manera que yo creo que realmente el tema de las ciencias en la universidad, el profesionalismo es un tema tan candente como lo fue con Juan María Gutiérrez en 1870 en la Universidad de Buenos Aires, como se planteó en el 1870 en Córdoba, un poco olvidado ese acontecimiento, pero que yo creo que tuvo directamente impacto sobre la Reforma. Yo creo que es imposible que en la Reforma se haya planteado lo que se planteó, yo me quedé pensando eso… Los investigadores alemanes que fueron unos 40, 45, dos generaciones, tienen que haber dejado una impronta, eso fue en el 1870 y en 1918 la Reforma, no son tantos años. Sin embargo, me da la impresión de que en la literatura no aparecen.
Es la primera vez que el Estado interviene en la construcción de la política universitaria. Siempre me ha llamado la atención la despreocupación que el Estado tuvo con todo lo que tiene que ver con la Educación Superior. Y la preocupación por la educación media y la educación primaria donde la intervención del Estado siempre fue una preocupación central. La universidad perteneció más a las demandas de la sociedad civil. Me parece que todavía hoy el tema de la demanda pesa muchísimo más que las políticas proactivas de la universidad.
Bueno, quería hacerles simplemente estas reflexiones. Yo diría algo así como bienvenidos. Hagan un esfuerzo porque vale la pena esto de la construcción del campo. Yo creo que desde la universidad se pueden decir algunas cosas, si es que creemos, por lo menos en la perdurabilidad de la institución a lo largo de la historia. Finalmente, no ha sido una cosa menor. Creo que tenemos una tarea, un poco iluminados por el entusiasmo de la rectora, pero… Nada más, muchas gracias por haberme invitado a hacer estas reflexiones.
Notas
1 Conferencia de apertura de las Jornadas “Pensar la Universidad”, septiembre de 2008. Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
2 Se refiere al Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, de la UNAM.