Sobre Noé Jitrik, reflexiones desde Tandil

Carolina Mera

Universidad de Buenos Aires (UBA)
Noe Jitrik y Pedro Krotsch. Conferencia de apertura del V Encuentro Nacional y II Latinoamericano, Agosto 2007.

El 30 de agosto de 2007, en la Universidad del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Tandil, dos maestros presidían la Conferencia de apertura del V Encuentro Nacional y II Latinoamericano, “La Universidad como objeto de investigación”: Pedro Krotsch, fundador de ese Encuentro y de esta revista, y Noe Jitrik quien ofrecería las palabras de apertura. Ese día, el profesor y crítico literario, autor de cuentos, novelas, ensayos críticos, literarios e históricos, brindaba a un auditorio convocado por la reflexión sobre la universidad -ni más ni menos- que un relato sobre ella misma.

Luego de la presentación afable y afectuosa de Pedro Krotsch, que Noé Jitrik agradeció con la misma afectividad, sacó su texto e inició la lectura con un estilo pícaro y travieso. El tono se debió, a mi entender, a que lo que estaba diciendo no era simplemente producto de un acercamiento académico, sino sobre todo de su experiencia en la vida universitaria. Y sabía que de la misma forma sería escuchado por los allí presentes. “Relato especulativo sobre dichas y desdichas de la universidad”, fue el texto leído en la apertura, publicado en el libro del congreso compilado por Sonia Araujo y que forma parte del índice de este nuevo número de PU. En una aproximada media hora Noé nos deleitó con reflexiones, imágenes y especulaciones críticas y bondadosas sobre el origen, la misión, los actores, la vida cotidiana de la universidad, terminando con una apelación a la defensa de la institución universitaria.

Las cavilaciones allí vertidas son producto de una mirada aguda y sagaz sobre la universidad, que recurrió a la historia erudita, a la literatura, pero sobre todo a su propia experiencia de vida. La simpleza y profundidad de sus observaciones dan cuenta de su larga trayectoria entre estudiantes, docentes, no docentes, investigadores, rectores, y de sus relaciones. 

En ese clima inició la lectura de su relato. Sus cálidas palabras supieron irradiar la sabia conjunción del saber y del afecto, de la sutil sensibilidad hacia ese mundo para algunos misterioso, para otros arena de vida, luchas, ambiciones y expectativas. Pero sobre todo porque muy rápido sus palabras se volvieron diferentes formas de interpelación para todos y todas las presentes.Es fácil suponer que el cuidado con el que relató las bondades, pero también algunas atrocidades de la vida universitaria se debieron a su compromiso ético y, por qué no, por la generosidad intelectual y humana que proyectó en los ámbitos universitarios a lo largo de su vida. Y cuando digo a lo largo de su vida, es casi literal. En una entrevista que le realizaron en los albores de sus 94 años sostuvo: “La UBA cumplió 200 años y mi relación con la universidad tiene 75 años”.

Y no se quedó corto. Profesor de Enseñanza secundaria, normal y especial en Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Doctor Honoris Causa de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, de la Universidad de la República (Uruguay) y de la Universidad Nacional de Cuyo. Fue Profesor en la Universidad Nacional de Córdoba, en la Universidad de Buenos Aires, en la Université Besançon en Francia, en El Colegio de México, en la Universidad Nacional Autónoma de México, en la Universidad Autónoma de Puebla entre otras. Dio clases en muchas otras universidades de Argentina, Francia, Colombia, Estados Unidos, Puerto Rico, Uruguay y Chile. Fue investigador principal del CONICET, director de Historia Crítica de la Literatura Argentina en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y director del Instituto de Literatura Hispanoamericana de esa Facultad.

Su vida siempre transcurrió en las universidades de nuestro país, y de los países de sus dos exilios: Francia y México. Pasó por diferentes provincias, países, continentes y regímenes políticos, siempre albergado por las universidades de cada lugar.

Sin duda la Universidad Nacional de Córdoba, donde fue docente desde los inicios de 1960 lo marcó de manera especial ya que allí conoció en 1961 a otra gran escritora, Tununa Mercado, desde entonces su compañera de vida.

Su vida en las universidades y en los derroteros del país fueron marcando los espacios donde iría produciendo y compartiendo sus experiencias y saberes. El mismo dijo en una entrevista realizada por Franco Torchia (2021): “Esos vaivenes fueron siempre políticos. Me echaron de Córdoba con Onganía. En Buenos Aires volé de la Universidad con la Noche de los Bastones Largos. En el ’73 volví y en el ’74 volvieron a echarme en la intervención Ivanissevich. Después ya volví y perduré, cambiando de lugar, pero sigo. Esos vaivenes están ligados a cuestiones políticas y a los golpes militares. Nunca les gusté. Uno no le puede pedir amor a todo el mundo (risas)”.

Su compromiso, y ética humanista también lo acompañaron siempre. Lo llevaron, como ya mencionamos, al exilio, pero también lo acercaron a luchas y reivindicaciones vinculadas a los distintos momentos históricos de Argentina y de América Latina. Durante su exilio en México presidió la Casa Argentina que abrió sus puertas a exiliados de dictaduras sin distinción de adhesiones político partidarias. Sostuvo siempre su compromiso y su apoyo a la lucha por los Derechos Humanos. De hecho, cuando le otorgaron el Titulo Honoris Causa de la UBA, no perdió la oportunidad para pedir por “la libertad de esa mujer que fue un despertar de la vida de Jujuy”, refiriendo a Milagro Sala, presa política desde enero de 2016. Y finalizó ese importante momento / discurso diciendo: “Muchos, como dice el poeta Aragón, han muerto, otros siguen vivos, para mí todos están conmigo, sombras queridas, siento con ellos a mi lado que valió la pena”.

Especialmente desde el 2015 se comprometió activamente en las luchas contra la ofensiva de la derecha neoliberal y con la defensa de la Universidad Pública y el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, formando parte de grupos y actividades de denuncia y resistencia.

Así, con la llegada del gobierno de Cambiemos Noé tomó actitudes activas en grupos de profesores investigadores y de científicos, con posturas públicas en defensa de posiciones al respecto. Fue para algunos científicos y científicas que compartimos con él esas movidas militantes, un gusto y un encantador aprendizaje poder conocerlo en ese contexto, y disfrutar de su inteligencia, de su creatividad y de la poesía con la que leía el mundo y quería transformarlo. Y en ese transcurrir, no dejaba de asombrarse de ciertos colegas y sus posiciones tan reaccionarias y retardatarias. Fue el caso de cuando le contestó, en diálogo con Natalia Gelós, al entonces ministro de Ciencia: “En este momento, el planteo de ciencia aplicada con limitación de ciencia pura afecta también a las ciencias sociales y a las humanidades, porque en ese planteo empieza a predominar un criterio de aplicabilidad del que se habla en la industria. Esto afecta a las ciencias sociales porque no son prácticas. El ministro Barañao preguntó a quién le importaba lo que había pasado en la Edad Media en España, como diciendo ‘¿Eso con qué se come?’. Es un acto de barbarie, porque la cultura se forma desde lo secreto hasta lo explícito. Para que haya buena ciencia es necesario que haya buena literatura. A lo mejor yo soy un poco platónico en esto, pero si no hay filosofía en una sociedad, si no hay literatura, la ciencia va a ser endeble. La ciencia tiene que ser fuerte y la ciencia aplicada tiene que ser una inteligente adaptación como fruto de todo ese entramado, por eso en el Conicet las ciencias sociales poco a poco se abrieron camino”.

“Ya lo decían los filósofos de la Cábala: la palabra abre universos”. Por eso su insistencia en relacionar la ciencia, el arte y la literatura, en revalorizar las ciencias sociales, porque como bien sostenía: “interesarse en serio por la ciencia no es solamente estar ansioso para que la ciencia resuelva el problema de la gripe” (entrevista realizada por Franco Torchia). Para Noé una sociedad madura sólo puede ser aquella que estima la música, la pintura, la literatura, la ciencia, la investigación, el comportamiento. 

Esa pasión por las letras y el lenguaje asociadas a una base existencial de pensamiento crítico, lo guiaron por recorridos que fortalecieron ese compromiso ético-político y democrático. Decía: “No es una profesión la de la crítica, es una actitud en relación con el lenguaje y con las cosas que a uno le pasan”. Coherente con esa postura fue un protagonista activo de esa vida universitaria, con una creativa e intensa tarea literaria donde el lenguaje fue –siempre- una preocupación principal que cultivó en cada retorno a las aulas universitarias.

En su regreso en 1973 asume como Profesor Titular Interino en la Cátedra de Literatura Iberoamericana de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, cargo que ocupó hasta septiembre de 1974, cuando dejó el país nuevamente.

De ahí lo interesante de su relato en Tandil. De rescatar, visibilizar, ironizar sobre el trabajo y las relaciones sociales de la universidad puertas adentro frente a otros protagonistas. 

En esa línea, es interesante el lugar de enunciación que construyó para hablar de la universidad y sus mundos, o mejor dicho micromundos. “Las universidades son micromundos en los que pasan muchas cosas”. Muy consciente del poder de las universidades, de la disputa política allí existente, y que, desde sus orígenes -en la edad media- le imprimió una orientación particular. A saber, la orientación de lucha interna por controlar y dirigir el saber producido en sus claustros (y acá valga bien el peso y densidad de esta palabra). Observa cómo esas luchas por el poder generaron lógicas propias y particulares, “peculiares”, al interior de las mismas, y que esto las volvió protagonistas privilegiadas de las sociedades democráticas y víctimas de los regímenes autoritarios. De allí la riqueza de lo ficcional que pone, en distintas narrativas literarias y artísticas, esas representaciones que “los de afuera” crean y recrean sobre los micromundos universitarios. Para los de afuera, dice Noé, la universidad ofrece y provoca morbos, curiosidades, objetos de indagación que luego son ficcionalizados. Noé construye un relato de la universidad desde un lugar de enunciación que sólo puede ser el de un protagonista, lúcido, por cierto, de ese mundo. Visualiza a “los de afuera” que representan esos misterios e incógnitas y construyen ficciones, y a esos otros que, al mejor estilo del ensayo establecidos y forasteros de Norbert Elías parecen estar ahí desde siempre. Lo describe. “En principio, quienes están en la Universidad parecen estar ahí desde siempre, son como el agua y el aire. Pero no es así, hay sistemas de reclutamiento diferentes para profesores, para estudiantes y para no docentes”. Y precisamente son aquellos que entienden los sistemas de reclutamiento y sus implicancias los que forman parte, promueven y personifican las disputas de poder y de intereses, los que moldean las relaciones que dan vida a ese complejo y complicado juego entre estudiantes, docentes y no docentes. En esta disputa de sentidos están quienes se ajustan a esos sistemas de reclutamientos y a las jerarquías que impone, y aquellos que no, que, entre otras cosas, relativizan los atributos de la relación entre profesores y estudiantes: ni unos poseen tanto saber, ni otros son páginas en blanco. Noé, desde su interioridad más próxima a “los que pertenecen” -al igual que la audiencia que lo escuchaba en aquella Sala de la Ciudad de Tandil-, llama la atención sobre la necesidad de reconocer lo trascendente de lo que en la universidad ocurre para la sociedad, del trabajo científico fundamental que en sus aulas y laboratorios se produce para las sociedades. Pero tal vez lo más significativo de aquel momento de su discurso, es cuando pone en palabras y visibiliza algunos de los aspectos arbitrarios y tremendos generados por las dinámicas jerárquicas del poder universitario (y permítaseme agregar patriarcal). Así, trae algunos aspectos oscuros de esa vida, como el “acoso sexual” de profesores que se aprovechan de su posición de superioridad. Ilumina críticamente los abusos de poder de quienes gobiernan e instrumentan discrecionalmente los mecanismos de reclutamiento de profesores. Profesores por concursos, puestos a dedo, o por contrato. Entre tantas otras arbitrariedades y atropellos, más o menos relevantes, que existen en las universidades.

La existencia de acosos basados en relaciones de poder, la corrupción, las tensiones políticas, y las lógicas de vendedores de baratijas que “se le han metido dentro” (a la universidad), conviven con la fuerte y singular vocación de enseñar, de aprender, de producir conocimiento crítico, de establecer relaciones y complicidades para toda la vida. Por eso culmina esa Conferencia apelando a la defensa de esa presa codiciada que es la universidad. “Defenderla, después de todo, no es una tarea vana”.

Esa reflexión sobre su propio ámbito, presente en sus clases, charlas, militancias y en algunas de sus producciones literarias -como en Evaluador (2002)-, convivió, nutrió y se enriqueció, como dijimos al principio de estas palabras, con una trayectoria extraordinaria que se reflejó en premios, distinciones y reconocimientos que eran parte de la propia existencia. En una entrevista realizada por  Sergio Guzmán para Radio Universidad Nacional de Formosa, en 2017, sostuvo: “Las distinciones en las universidades son un volver a casa. Porque la universidad es mi casa. Y no solamente la Universidad de Buenos Aires, sino todas las universidades nacionales del país y del extranjero. Entonces, cuando hay una gratificación por parte de cualquiera de ellas, me produce la misma felicidad que volver a mi casa después de una larga ausencia”. Y se refería a los dos Premios Konex, al Premio Xavier Villaurrutia, al Premio Pedro Henríquez Ureña, al nombramiento como Caballero de las Artes y las Letras otorgado por el Estado francés, a los títulos de Doctor Honoris Causa de muchas universidades, entre ellas, la Universidad Autónoma de Puebla (México), la Universidad de la República (Uruguay), y en nuestro país la Universidad Nacional de Cuyo, la Universidad Nacional de Tucumán, la Universidad Nacional de Formosa y la Universidad Nacional de Buenos Aires.

También su activa carrera de gestión en ámbitos universitarios fue eje constitutivo de ese lugar de enunciación que mencionábamos antes. Fue por más de 20 años director del Instituto de Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Buenos Aires, y director del proyecto de Historia crítica de la literatura argentina, obra colectiva de 12 tomos realizados con una impresionante cantidad y variedad de colegas.

Este extraordinario derrotero llevó a un grupo de artistas, intelectuales, escritores y personalidades de la cultura a proponerlo para el premio Nobel de Literatura, su “escritura original y sorprendente”, su obra literaria que “ha combinado, de modo seminal y alumbrador, una ética social con un compromiso político” y su voz “inconfundible por la abrasiva suavidad de su escritura”. “Creemos que la literatura de Noé Jitrik meritúa las más altas distinciones en la medida en que su narrativa cruza, de un modo asaz prístino y peculiar y en una doble secuencia, la complejidad del acto de escribir, la difusa identidad de todo narrador y la multívoca -y por eso inaprehensible- esencia de su decir, con el áspero pedernal de una terrenalidad histórica y social que late en los pliegues de su sintaxis”, remarcaron en la postulación.

Quisiera mencionar una asociación especial entre el lenguaje, la ciudad y la política, que estuvo muy presentes en las intervenciones de los últimos años y siempre me conmovieron. La Ciudad se observa y se camina, se lee y se escribe, siempre desde experiencias y lenguajes políticos que condicionan esas travesías. Por eso Noé lamentaba ver en la Buenos Aires del año 2016 una ciudad enajenada por el proyecto neoliberal, por quienes además “nos han quitado el lenguaje, están imponiendo un lenguaje, pero un lenguaje vacío, un lenguaje de anulación, de liquidación, que no solo me resulta oprimente, me resulta casi de novela de ciencia ficción. Cuando en las novelas de ciencia ficción se tienden mundos desalojados” (intervención en el Encuentro de científicos con Cristina Fernandez de Kirchner en el Instituto Patria, abril de 2016). Por eso Noé ponía como eje articulador de su Discurso con motivo del 120 aniversario de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, el derrotero socio-geográfico de esa Facultad. Inicia “Cuando llegué por primera vez a las puertas de la calle Viamonte, en marzo de 1947, la Facultad había cumplido, el año anterior, 50 años de vida” luego “Viamonte desaparece y, en su lugar, la Avenida Independencia, extraño lugar en el que desbordaban tanto los estudiantes como una vocación pictórica y plástica que el antiguo emplazamiento ignoraba”, y ante los vaivenes de la historia observa que se vuelve a levantar en el antiguo Hospital de Clínicas “en el que recaló la Facultad como por lástima y con la esperanza de que el entorno, la ampulosa Medicina y la soberbia Económicas, a la sombra del gran hospital, le permitiera sentirse en un esbozo de campus, la Universidad entre las calles Viamonte, otra vez, Marcelo T. de Alvear, Junín y Azcuénaga, un cuadrado urbano intenso, pletórico de nuevos fervores…” Y finalmente la democracia de 1983 la situará por un tiempo corto “en el averiado edificio de la calle Marcelo T. de Alvear, en lo que había sido parte de un complejo sanitario u hospitalario” porque “bien pronto, más razonablemente, más universitariamente, se instaló la Facultad en lo que es hoy este hervidero de la calle Puan”. Analizar este discurso sería otro ensayo, valga sólo para dejar planteado este juego de diálogos y tensiones que se cristalizan en la lectura del espacio urbano que hace Noé.  

La Ciudad, al igual que la universidad, aparece como territorio de lecturas afectivas y políticas, de luchas simbólicas, de presencias y ausencias, de fuerzas motoras del lenguaje y de la vida. Aquel día en Tandil leyó su “Relato especulativo sobre dichas y desdichas de la universidad. La definió más tarde como: “Fuente de expectativas y de decepciones, de amores y de peleas”. La ciudad y la universidad se brindan como escenarios de sus trayectorias y travesías, de esa búsqueda que fue su producción intelectual y afectiva, de su camino por un posicionamiento ético ante la vida. Y así, quisiera terminar esta breve evocación con una respuesta que dio en la entrevista realizada por  Franco Torchia, y creo nos deja, en palabras, una brisa muy Noeliana:

“- Me llevas a una zona muy candente para mí. Es una pregunta que me hice yo caminando en una tarde sofocante por la Ciudad de México. De repente miré los edificios a ambos lados y me dije “Quién soy yo”. Y me respondí que yo era ese niño que en las calles de Buenos Aires buscaba el secreto de una ciudad. Y que nunca lo encontró por supuesto pero que lo sigue buscando. 

– ¿No encontraste ni siquiera fragmentos de ese secreto aún?

No, encontré momentos de plenitud en algo que podía ver y sentir, pero no. Pero no importa. ¿Qué importan de las cruzadas? No importa recuperar Jerusalén, importa el viaje, el transcurso, el intento. Sino las cruzadas son una estupidez”.

Referencias

Jitrik, Noé. Conferencia Inaugural “Relato especulativo sobre dichas y desdichas de las universidades”, bajo la presentación de Pedro Krotsch, en Araujo, Sonia (compiladora) (2008) V Encuentro Nacional y II Latinoamericano La universidad como objeto de investigación (2007). Democracia, gobernabilidad, transformación y cambio de la educación superior universitaria. Tandil, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. p. 33-40.

Jitrik, N. (2016). Discurso pronunciado con motivo del 120 aniversario de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

Jitrik, N. (21 de abril de 2016). Intervención de Noé Jitrik en el Encuentro de Científicos con Cristina Fernandez de Kirchner. Instituto Patria.

Jitrik, N. (19 de marzo de 2017). Si no hay filosofía ni literatura en la sociedad, la ciencia va a ser endeble. Entrevistado por Natalia Gelós. La Nación.

Jitrik, N. (21 de agosto de 2017). Entrevista por Sergio Guzmán. Radio Universidad y Centro de Producción de Medios Audiovisuales, Universidad Nacional de Formosa, 21 agosto de 2017.

Jitrik, N. (23 de abril de 2021). Lo que vale es la luz que se prende y no tanto aquello que ilumina . / Entrevistado por Silvina Friera. Página 12, 23 de abril de 2021.

Jitrik, N. (29 de abril de 2021). Interesarse en serio por la ciencia no es solamente estar ansioso para que resuelva el problema de la gripe. Entrevistado porFranco Torchia. Infobae – Cultura.

Texto completo del pedido de postulación al Nóbel de Literatura de Noé Jitrik, 31 de enero de 2022.