Construir una universidad científica y social.
Los proyectos institucionales de los primeros reformistas argentinos (1918-1923)

Natalia Bustelo

FFyL-UBA; CeDInCI-UNSAM. Profesora de Filosofía (UBA), Doctora en Historia (UNLP).

La Universidad, si ha de cumplir la misión que le corresponde, tiene que difundir su pensamiento y su obra en el organismo social de que forma parte y del cual ella es la más elevada expresión cultural; al mismo tiempo que en su seno deben tener eco todas las preocupaciones sociales, todos los problemas que atañen al destino de la Humanidad.
Carlos Astrada, “Nuestro Kulturkampf”, 1922.

A mediados de 1918, estallaba en Córdoba la Reforma Universitaria. Los estudiantes y jóvenes graduados cordobeses reclamaban a las autoridades la renovación de la enseñanza y de la organización institucional que los matriculaba en carreras ligadas a la medicina, el derecho y la ingeniería. La particular impronta católico-conservadora de la pequeña Universidad Nacional de Córdoba (UNC) no impidió que los reclamos se expandieran en facultades y escuelas secundarias de distintas ciudades de Argentina y de otros países. En pocos años pudo advertirse un movimiento que señalaba a la “juventud universitaria latinoamericana” como un nuevo actor social y que se articulaba en dos claras dimensiones, una institucional ligada a la renovación y democratización de las casas de estudio y otra político-cultural, desde la que por primera vez el estudiante se pronunciaba contra las oligarquías que venían gobernando los estados nacionales.

En el presente artículo nos detenemos en diversas iniciativas desplegadas por los grupos reformistas en su inicial intento de construir lo que identificaban como una universidad científica y social. Para ello, además de recurrir a los discursos y artículos hallados en las compilaciones documentales y a la bibliografía crítica sobre el tema, consultamos la prensa periódica, los fondos personales de los reformistas y las revistas universitarias. Es que esos materiales -despreciados hasta hace poco como “fuentes menores”- ofrecen la mejor vía para iluminar los frágiles equilibrios que resultaron decisivos en los proyectos institucionales y la vinculación que esos proyectos mantuvieron con una primera definición política del estudiante, que, si entre 1918 y 1923 era interpelada por la Revolución Rusa y el bolchevismo, en los años siguientes se cargaría de la denuncia antiimperialista latinoamericana y en la década del treinta del pronunciamiento antifascista.

Renovar las universidades

Conflicto en pie. Asamblea ratificó declaración huelga federación hasta tanto se resuelva favorablemente movimiento. Pedimos estatutos dignos y profesorado capaz. Rector negóse a renunciar no obstante solicitud insistente. Los nores cambian de nombre pero no de alma.[…] Ante pasividad academias desprestigiadas, resoluciones enérgicas adquieren fuerza simbólica. Es la muerte de un régimen. Como en Córdoba, hay defensores de lo anacrónico, minoría familiar, guardianes de sus papás catedráticos; esto en vez de desalentarnos nos conforta. Santa Fe aguarda ansioso pronunciamiento solidario de esa federación.
Telegrama de Federación Universitaria de Santa Fe a Federación Universitaria de Córdoba1

Cuando en junio de 1918 los estudiantes impiden que el profesor católico-conservador Antonio Nores asuma el rectorado de la UNC, hacía dos años que la Argentina se organizaba bajo un régimen democrático-liberal. En 1916 la élite político-económica que había consolidado un Estado nacional de carácter oligárquico perdía las elecciones y transfería la presidencia a Hipólito Yrigoyen, el líder de la Unión Cívica Radical. Si bien durante los seis años de su mandato tuvieron lugar las brutales represiones conocidas como la Semana Trágica (1919) y la Patagonia Rebelde (1921), Yrigoyen ensayó un rol de mediador en varios conflictos tanto obreros como estudiantiles. A fines de agosto de 1918, intentó canalizar los reclamos estudiantiles a través de un decreto que obligaba a las tres universidades nacionales -la UBA, la UNLP y la UNC- a reformar sus estatutos universitarios2. Estos debían incorporar, entre otras condiciones, la provisión de cargos universitarios a través de concursos periódicos, la renovación periódica del gobierno universitario -que en la UBA se venía realizando desde la reforma de 1906 y en la UNLP desde su constitución en ese año-, la participación de los estudiantes en el gobierno universitario, el sistema de cátedras libres, la asistencia libre de los estudiantes y la aprobación de nuevos planes de estudio armados a partir de comisiones especiales en las que, por primera vez, estarían representados los estudiantes con voz y voto.

La elaboración de los nuevos estatutos tuvo su expresión más conflictiva en la UNLP y en la Facultad de Derecho de la UBA. Su pequeña Facultad de Filosofía y Letras incorporó en septiembre de 1918 el cogobierno estudiantil e inició una progresiva renovación de la planta docente que condujo a la profesionalización de las letras, la historia y la filosofía. En la masiva Facultad de Medicina se registraron tensiones ante la elección del decano pero para 1919 se logró un equilibrio institucional. En cambio, en la aristocrática Facultad de Derecho el intento de aplicar reformas mínimas desencadenaba conflictos que sólo podían frenarse con la intervención del rectorado y del poder judicial.

La Reforma parecía haber llegado a Derecho en 1921, cuando el decanato de Mario Sáenz implementó algunas de las reivindicaciones reformistas, renovó la revista institucional y dictó cursos de extensión en locales obreros orientados a organizar “la reacción resultante de toda injusticia, lo que vale decir resultante de un conocimiento más denso del Derecho” para acelerar “la evolución” y alzarse “contra las iniquidades que violan la armonía social”3. Pero esas iniciativas reformistas fueron frenadas y revertidas a comienzos de 1923 por un grupo de los profesores titulares que recurrieron incluso a matones4. Así lo recuerda uno de los primeros líderes estudiantiles y el -hasta la actualidad- más esmerado compilador de fuentes reformistas, Gabriel Del Mazo:

La Facultad contaba con un grupo de profesores individualmente buenos, pero funestos cuando se asociaban con determinados otros, asociación que se volvía todopoderosa por el propio sistema oligárquico. […] Ya implantado el sistema estatutario de la Reforma, tal Facultad fue la única que dio el espectáculo de la sublevación de los profesores contra sus autoridades legítimas. Pues quedó en buena parte subsistente el claustro profesoral, y 27 profesores, que después llegaron a 45, dieron un golpe de mano contra el Consejo reformista, y en combinación con los círculos áulicos del alvearismo […] exigían como puede adivinarse, la reforma de los estatutos, o sea, la vuelta de la oligarquía profesoral. […] la mayoría del núcleo de esos profesores insurrectos, ligados a los intereses extranjeros, pasó directamente de la Facultad al gobierno dictatorial5.

Sin duda, una de las primeras enseñanzas que hicieron del Mazo, Sanguinetti y otros de los líderes que apostaban a la confluencia entre Reforma y emancipación de la humanidad, fue que los cambios institucionales solo podían realizarse si no quedaba “en buena parte subsistente el claustro profesoral”. Y los conflictos iniciados en La Plata a fines de 1919 ofrecían la primera confirmación.

En marzo de 1918 asumió la presidencia de la UNLP el profesor y político conservador Rodolfo Rivarola. Éste y la mayoría de los profesores que componían el Consejo Superior se reconocieron reformistas, pero lo hicieron desde una peculiar versión de la Reforma que no lograron instalar. En septiembre de 1919 fundaron La República Universitaria, un “periódico universitario independiente” que cuestionaba la asistencia libre por la vagancia que incentivaba en los estudiantes y sostenía que la representación estudiantil sólo podía ser correctamente ejercida a través de doctores.

A la versión democratizadora e izquierdista de la Reforma que difundía la Federación Universitaria de La Plata (FULP) en coordinación con la nueva Federación Universitaria Argentina se sumó el malestar que había generado la denuncia de 1918 contra los profesores de la Facultad de Veterinaria y Ciencias Agrarias por malversar dinero estatal. Y ello dio lugar, en octubre de 1919, a una “huelga grande” que se prolongó hasta junio de 1920, cuando Rivarola presentó su renuncia. El nuevo presidente universitario, el radical antipersonalista Carlos Melo, aprobaba el cogobierno estudiantil con voz y voto pero pronto se desataba otro álgido conflicto. Por iniciativa de la FULP era nombrado rector del Colegio Nacional dependiente de la UNLP el cordobés Saúl Taborda. Éste llegaba a fines de 1920 junto a Héctor Roca (hermano de Deodoro), Carlos Astrada, Emilio Biagosch y Manuel T. Rodríguez, todos reformistas cordobeses que insistían en que el reformismo tenía un vínculo político estrecho con el horizonte emancipatorio mundial abierto en 1917 por el bolchevismo y que se incorporaban al plantel docente para emprender reformas pedagógicas que serían acusadas de “anarquizantes”6.Entre las reformas se encontró el reemplazo del aristocratizante Internado del Colegio por una Casa del Estudiante organizada desde un amplio conjunto de doctrinas asociadas a la “Nueva pedagogía”. Además, la gestión de Taborda y el Centro de Estudiantes dispusieron un ciclo de “actos culturales”, que tuvo una impronta bolchevique y contó con la presencia de obreros provenientes de sindicatos afines7. Contra ello reaccionó en noviembre de 1920 el grupo estudiantil que convocó a una asamblea “para formar un centro tendiente a la normalización del instituto y el objeto de contrarrestar el avance maximalista que en alumnos, profesores y dirigentes viene invadiendo”8,al tiempo que, en un intento de forzar la renuncia de Taborda, 32 profesores presentaron su renuncia. Y un volante declaraba:

ARGENTINOS:

Taborda está haciendo desde el puesto que detenta, prosélitos del desorden y la anarquía, es preciso reaccionar contra los que a costa de UN SUELDO DE HAMBRE, escarnian nuestras instituciones y nuestras leyes.

Es preciso demostrarles que está latente el sentimiento nacionalista y que sacaremos de sus puestos a los intrusos, reformadores de nuevo cuño.

Si la Gran Colecta Nacional, organizada a fines de 1919 por la Iglesia, y la creciente presencia de la Liga Patriótica indicaban la consolidación de un nacionalismo antiizquierdista, el volante confirma que también tuvo simpatizantes entre los universitarios platenses. Pero la FULP se apuró a rebatir esa acusación de desorden y anarquía antinacionalistas con un lacónico volante:

La F. U. dice:

Carlos F. Melo debe irse de la Universidad por ser un peligro para la Reforma9.

Algunos líderes reformistas sumaban la fundación del Comité Pro-Afianzamiento de la Reforma Educacional, desde el que realizaron actos de apoyo a Taborda y editaron al menos un número del boletín La Reforma. Pero ni los mítines ni el Comité lograron mantener una gestión educativa cuya impronta izquierdista producía tanta resistencia en el perviviente claustro profesoral. En marzo de 1921 el “peligroso” Melo y algunos consejeros superiores enfrentados a Taborda debieron renunciar, a pesar de ello la presión sobre el cordobés y su grupo no cesó. El 21 de abril de 1921 los diarios platenses anunciaban que el día anterior Taborda había sido separado de su cargo y que los 28 estudiantes que desde hacía dos semanas mantenían la toma del Colegio habían sido apresados. Los dos diarios platenses reprodujeron una crónica sobre el ingreso policial al Colegio que confirmaba la sensibilidad izquierdista desde la que Taborda y sus aliados habían emprendido la renovación institucional:

En uno de los cajones del escritorio del rector existían diarios y folletos que ha incautado el juzgado, entre los cuales figura un número de Tribuna obrera, un folleto sobre Obra educacional de la Rusia revolucionaria y el número ocho de la revista Insurrexit, órgano del grupo universitario comunista, en el que aparece en el primer artículo una anatema contra los maestros que han jurado el voto profesoral. También se ha secuestrado un gran pizarrón en el cual se transcriben los telegramas que los estudiantes han estado recibiendo últimamente, entre los cuales hay uno del consejero de la Facultad de Derecho de Córdoba, Deodoro Roca, que dice: “Imposible aceptar separación doctor Taborda”, otro telegrama del mismo Roca dice: ‘la caída de Taborda es el mejor índice de la fuerza que representan nuestros ideales; ella nos animará para las nuevas luchas. Pronto nos veremos”. En el telegrama dirigido a Taborda, también transcripto en el pizarrón, Roca le dice “Taborda: tu actuación representa el más alto y trascendental esfuerzo que se ha hecho en la historia educativa del país. Ha salvado con todo la dignidad de la Reforma. Doblemente unido en el ideal y en el afecto piensa que estaremos siempre a tu lado”10.

Taborda junto a varios de sus compañeros regresó a Córdoba para sumarse con Roca a los consejeros que impulsaban los nuevos ideales -y que entonces intentaban también desplegar en la nueva Facultad rosarina de Ciencias Económicas-. La década del treinta los encontrará juntos en otros proyectos institucionales reformistas, pero también en la Alianza Civil con la que disputaron a los conservadores las elecciones de autoridades provinciales11.

Desplazado Melo en 1921, la UNLP comenzaba a ser presidida por el decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Benito Nazar Anchorena, quien a los pocos meses rompió sus acuerdos reformistas y no sólo no reincorporó a Taborda sino que además introdujo muy pocas medidas democratizadoras12. En los años posteriores, la Universidad recuperó su estabilidad institucional. El proyecto renovador más radical estuvo encabezado por el socialista Alfredo Palacios. Éste asumió como decano en las elecciones que sucedieron a la salida de Nazar Anchorena y entre sus iniciativas de marcada tendencia reformista se destacó el Laboratorio de Psicofisiología, que buscó precisar un proyecto de legislación laboral a partir de experimentos diseñados desde la nueva psicología experimental. Pero ninguna de las innovaciones logró la fuerza institucional para perpetuarse más allá de 1925, año en el que Palacios terminó su mandato y fue elegido Ángel Casares como nuevo decano. El reformismo platense encontraría su fracción más entusiasta en el grupo Renovación, que en la década del veinte inició una experiencia teatral de extensión universitaria, luego reivindicada como la antecesora del Teatro del Pueblo. Y editó, entre 1923 y 1928, bajo el padrinazgo del filósofo Alejandro Korn, doce números de la revista Valoraciones y en la década del treinta se incorporó al Partido Socialista13.

Las dos iniciativas reformistas que en los primeros años sí lograron una inscripción institucional fueron la fundación de una universidad nacional en las provincias del litoral y la nacionalización de la hasta entonces provincial Universidad de Tucumán. Esta última continuaría siendo muy pequeña -apenas un centenar de estudiantes- y seguiría orientada a la preparación de técnicos para la producción regional. Sus estudiantes protagonizaron varios conflictos pero, a distancia de los platenses y porteños, debieron esperar varias décadas para participar con voz y voto en el gobierno universitario14.

La Universidad Nacional del Litoral era fundada por una ley nacional, fechada el 17 de octubre de 1919, a partir de la Universidad Provincial de Santa Fe (compuesta de la Facultad de Derecho y la Facultad de Farmacia y Obstetricia), las Escuelas de Estudios Superiores de Rosario y la Escuela Normal de Paraná.Pero la ley llegaba luego de una agitación estudiantil tan masiva y radicalizada que su líder, el estudiante de abogacía Pablo Vrillaud -firmante del telegrama que transcribimos en el epígrafe-, la describe para su familia mediante una humorística comparación con la revolución que acababa de conmover al mundo:

Tuvimos tres días de huelga y anduve hecho un “bolsebicki” –por poco me mandan a presidio-. No te asustes, esto es para nosotros un diploma de honor. Lo que te aseguro es que a pesar de los pesares, estoy entero y no pierdo la esperanza de ser mañana o pasado el jefe del soviet. […] La huelga ha terminado, aunque el ambiente siempre continúa cargado. No sería extraño que de aquí a unos días volviera a explotar con mayor violencia15.

Como los “revolucionarios” cordobeses de 1918, los que surgían en Santa Fe y en La Plata sabían que el éxito de sus reclamos necesitaba del apoyo de los estudiantes de otras ciudades. El apoyo llegaría, pero la nacionalización participó de un sistema de alianzas con la Unión Cívica Radical, que el Partido Socialista denunció como un doble intento de cooptación del movimiento estudiantil y de consolidación política en la región16.

Crear la nueva universidad

Sabes que anoto todo lo que observo o leo que pueda encontrar aplicación en la nueva Universidad que nos empeñamos en crear en reemplazo de aquellos conventos jesuíticos que heredamos de España. De acuerdo con ello, adjúntote, para [el rector Francisco] de la Torre, recorte de un periódico alemán que informa del propósito de establecer en las universidades talleres auxiliares donde los estudiantes adquieran nociones de oficios prácticos con los cuales contribuir a ganarse la vida durante las vacaciones. Para los pobres, esto es muy útil y para los demás una enseñanza necesaria: que el trabajo del obrero es tan respetable como el de ‘Doctor’.
Carta de Enrique Barros a Gregorio Bermann, Friburgo, 23/01/1922.

La carta del epígrafe proviene de uno de los primeros líderes cordobeses de la Reforma. A mediados de 1918, el joven Barros fue uno de los representantes estudiantiles encargados de viajar a Buenos Aires para negociar con Yrigoyen la intervención de la UNC. En noviembre de ese año, en medio del cuestionamiento a su negociación ante la segunda intervención, fue gravemente herido por dos estudiantes de un grupo antirreformista; y esa agresión convenció al movimiento estudiantil y al obrero de articular una activa -a pesar de breve- Campaña Nacional de Separación de la Iglesia del Estado, que delineó un programa en el que la democratización universitaria convergía con el divorcio, el reparto de la tierra y el sufragio femenino17. En 1920, meses después de recibirse de médico en Córdoba, Barros partía a Europa para especializarse en neurología, primero en el Instituto de Anatomía Patológica de la Universidad de Friburgo y luego en la Clínica del Niño de Florencia, y regresar a Córdoba en 1923. Como confirma su epistolario con Bermann, en esa estadía Barros se constituyó en un actor clave del intento de construir tanto una universidad cientificista y social identificada con la Reforma como de moldear a un estudiante que se distanciara de la elite político-cultural para inscribirse en el reclamo de las izquierdas por una sociedad más justa. Una de las vías de esa construcción fue la proyección -no concretada- de los “talleres auxiliares”, otras fueron el envío de más de 60 artículos de científicos europeos para la Revista de la Universidad de Córdoba y las gestiones para contratar en 1922 a dos científicos alemanes perseguidos por su condición  izquierdista y judía: el fisiólogo humanista Georg Nicolai y el economista marxista Alfons Goldschmidt. Si bien solo esos dos profesores arribaron a Córdoba, Barros le había ofrecido el contrato con la UNC -que estipulaba la fundación de un instituto de investigación y de la cátedra universitaria respectiva- a una docena de científicos europeos. Entre los convocados se encontraron Bruno Taut para Arquitectura, Heinrich Poll para Morfología, Rusztem Vambery y Hübner para Criminología, Jacoby para Química, Robert Wildbrandt -junto con Goldschmidt- para Economía Política y Otto Karl Willy Prausnitz para Higiene18.

En la universidad cordobesa la renovación había comenzado en octubre de 1918, luego de las elecciones de autoridades dispuestas por la segunda intervención. Y, como en el caso santafesino, se trató de una renovación posible por un frágil equilibrio con el yrigoyenismo, que se quebraría en 1923 con la presidencia de Marcelo T. de Alvear.

La FUC no consiguió que la intervención organizara concursos para cubrir los cargos de profesores, pero sí logró que ingresaran en cátedras de sensible importancia graduados jóvenes que convergían en una amplia cultura liberal a la que intentaban imprimirle un sesgo izquierdista. En la Facultad de Ciencias Jurídicas (que comprendía las escuelas de notariado, derecho y procuración), Arturo Capdevila quedó a cargo, por un breve período, de la cátedra de Filosofía de las Ciencias Jurídicas y Sociales, Arturo Orgaz ocupó Introducción al Derecho y las Ciencias Sociales, Enrique Martínez Paz estuvo en Derecho Civil Comparado, mientras que Raúl Orgaz en Sociología y Deodoro Roca en Filosofía General19. Como adelantamos, luego del conflicto en La Plata, Taborda volvía a Córdoba y era elegido consejero; Astrada también regresaba y se encargaba de la renovación bibliográfica a través de la creación de la Sección de Librería y Publicaciones de la Facultad20. Biagosch, en cambio, llegaba a Rosario para participar de la Facultad de Ciencias Económicas y del nuevo Colegio Nacional y volver a Buenos Aires a fines de los veinte, luego de haber  dirigido La Gaceta Universitaria a comienzos de 1918, y  la Revista del Centro de Estudiantes de Derecho en junio de 1919. Y en lugar de ceñirse a la difusión de apuntes de cátedra y noticias estudiantiles, Biagosch -acompañado por varios de los profesores listados- renovaba esas páginas con un juvenilismo que, lejos del aristocratismo intelectual de José Enrique Rodó y José Ortega y Gasset, se preocupaba por la emancipación social y los debates sobre la nueva jurisprudencia sugerida por los soviets.

Gregorio Bermann, un joven médico discípulo de José Ingenieros, se incorporaba al plantel de profesores de la UNC en 1922. En los años anteriores había sido clave en el apoyo porteño a los cordobeses a través de la Federación de Asociaciones Culturales y, por insistencia de Barros, se mudaba a Córdoba, donde se sumaría a Roca y otros perseverantes animadores de una versión radicalizada de la Reforma. A fines de 1921, Bermann ganaba el concurso de la cátedra de Medicina legal y toxicología, en la que dictó clases hasta 1936. Las cartas de Barros sugieren que en su decisión de radicarse en Córdoba pesó la mayor incidencia institucional que allí lograban los reformistas radicalizados en comparación con Buenos Aires. Barros le aseguraba a Bermann que su esposa, Leonilda Barrancos, conseguiría en Córdoba el puesto educativo que en Buenos Aires le negaban por su condición socialista y feminista mientras que Bermann, además de obtener la cátedra de Medicina legal, podría suplir a Roca en la cátedra de Filosofía. Y poco después de su arribo conquistó dos espacios cruciales en la construcción de la nueva universidad: el rector Francisco de la Torre, entonces cercano a los reformistas, lo designó director de la Revista de la Universidad Nacional de Córdoba y, al poco tiempo, lo nombró director de la Biblioteca Mayor de la UNC, de la que renovó su catálogo y amplió el horario de atención hasta las 23hs.

Capdevila asumía la renovación del Boletín de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba. Entre junio de 1921 y agosto de 1922 aparecieron cuatro números; un quinto, y último, se editó en 1923, con menos páginas y bajo la dirección de Arturo Orgaz. Ante la ausencia de una facultad cordobesa de filosofía y letras, fue en la de Derecho donde tendieron a procesarse los problemas de la cultura. Mientras que al llegar Raúl Orgaz a la cátedra de Sociología se exponía, por primera vez, un estudio científico de la sociedad; con Roca, la cátedra de Filosofía iniciaba la difusión de las corrientes antipositivistas. Asimismo, los boletines de la facultad intercalaban cuestiones específicas de las ciencias jurídicas con  materiales ligados a la cultura general y a la reforma institucional que entonces tenía lugar. Allí se publicó el nuevo catálogo de la Biblioteca Mayor junto al saludo de las obras con las que Bermann renovaba la cultura científica y política de los universitarios, se publicó un artículo sobre la teoría política helenista -y profundamente anticristiana- de Leopoldo Lugones, entonces simpatizante de la Revolución Rusa, y dos sobre la filosofía del catalán Eugenio d’Ors, quien desde una impronta soreliana simpatizaba también con Rusia y el obrerismo catalán. Por la insistencia de algunos reformistas, d’Ors llegaba a la Argentina en septiembre de 1921 para dictar un curso sobre la nueva filosofía en la UNC y unos meses después Barros conseguía que Nicolai y Goldschmidt se conviertan en profesores e investigadores de la misma universidad.

Los maestros europeos

[El empeño de la generación del 18] hubo de asegurar a la Universidad de Córdoba el concurso de los más reputados sabios del mundo, hombres como no pueden ni ostentarlos aquellas universidades que, cual la de Buenos Aires, no tienen por galardón su prehistórica antigüedad, sino su importancia científica y cultural, universalmente reconocidas.
Enrique Barros, “Discurso”, 1924.

Desde mediados de los años diez, la filosofía de Eugenio d’Ors y sus Quaderns habían interesado a los jóvenes que en Buenos Aires emprendían una renovación antipositivista desde el Colegio Novecentista y los Cuadernos (1917-1919). Pero también d’Ors atrajo al intelectual más destacado de nuestra cultura científica, José Ingenieros -con quien inició una amistad epistolar y planeó, sin éxito, reunirse en Buenos Aires-, y a uno de los líderes intelectuales de los reformistas cordobeses, Deodoro Roca. La recepción cordobesa de d’Ors iba a portar un signo político inverso al de la recepción porteña, pues hacia 1918 el Colegio se definió a favor de una versión nacionalista de la Reforma, que temía al caos izquierdista, mientras que Roca y algunos reformistas no dudaban de que la Revolución Rusa había abierto un horizonte emancipatorio y apostaban a que la filosofía novecentista ofreciera las claves para pensar y actuar en los nuevos tiempos.

En Córdoba la formación universitaria no estaba marcada por la reverencia a la ciencia sino al cristianismo. En su intento por reemplazar esa reverencia por un perfil emancipatorio, Roca pronunció discursos que retomaban citas de d’Ors, pero también intentó que éste llegara a la ciudad. A instancias de Roca, el vicerrector de la UNC, Enrique Martínez Paz, le escribió la primera invitación al catalán en junio de 1920. La visita se concretó un año después y, en tanto participaba de la renovación institucional que analizamos, no podía dejar de estar recorrida por una fuerte tensión política. Las ideas de d’Ors aparecían asociadas a la posibilidad de pensar filosóficamente los tiempos abiertos por la Gran Guerra y la Revolución Rusa. Pero, ya antes de su llegada, d’Ors insinuaba que la filosofía de su visita abandonaría el sorelismo bolchevique para saludar el tradicionalismo y restringirse a una crítica antipositivista al cientificismo. A su vuelta a España, d’Ors se mudaba a Madrid y confirmaba su giro filosófico-político antiizquierdista. Ante la noticia, Ingenieros -bajo su alter ego filosófico- aclaraba en su Revista de Filosofía: “Mucho nos complacería, por supuesto, ver desmentida semejante información, ya que fuimos de los que auspiciamos la venida a Córdoba de Eugenio d’Ors, no porque fuera más o menos filósofo, sino porque lo creíamos sinceramente izquierdista y revolucionario”21.

La desilusión que los reformistas cordobeses se llevaron con d’Ors no los paralizó en su búsqueda de maestros ni en su disputa por la politicidad de los profesores. El 21 de abril de 1922 arribaba a Buenos Aires el barco que traía a Goldschmidt, Nicolai y sus esposas. Al pisar suelo argentino todos eran detenidos por el Departamento de Inmigraciones, que los acusaba de “agentes de los bolcheviques”. El pacifismo filobolchevique de Nicolai era conocido y saludado desde hacía años por las revistas culturales de la izquierda argentina, incluso en 1920 el folleto El gran europeo Nicolai de Romain Rolland era publicado en Buenos Aires por la pequeña editorial Pax -que dirigía Manuel Gálvez con financiación del socialista bolchevique Augusto Bunge. Ante la llegada del alemán la editorial anarquista Argonauta fundaba el sello Minerva para publicar Nicolai y el pensamiento social contemporáneo, libro en el que apareció una nueva traducción de aquel folleto junto a un breve prólogo del traductor y un artículo en el que Nicolai resumía las tesis de Biología de la guerra, el libro que lo había consagrado como humanista22. De Goldschmidt seguramente se ignoraba que desde 1919 participaba del círculo de propaganda bolchevique que, por encargo de la Internacional Comunista, coordinaba en Berlín Willi Münzenberg, pero sí se sabía que había visitado Rusia en 1920 y había publicado un diario de viaje, Moskau 1920, que saludaba la experiencia bolchevique23.

En 1922, la FUC  estaba dirigida por el estudiante de derecho y miembro del Partido Socialista Edmundo Tolosa y tenía una marcada orientación izquierdista. Ante la detención de los profesores, declaró una huelga por 24 horas “con el propósito de si dentro de ese plazo no se les pone en libertad, dicha resolución quedará planteada por tiempo indeterminado”24. Goldschmidt y Nicolai fueron liberados al día siguiente y llegaron a Córdoba el 25 de abril en medio de una campaña nacionalista que rechazaba la contratación de profesores extranjeros y la capacidad, sobre todo de Goldschmidt, en la materia. La FUC invitó a los estudiantes a recibir a los profesores en la estación de trenes y allí asistió Bermann en representación de la Universidad25. Estaba previsto que tres días después arribara Víctor Raúl Haya de la Torre -entonces el joven presidente de la Federación de Estudiantes del Perú conocido por haber encabezado las exitosas reivindicaciones de los estudiantes limeños-, pero su llegada se demoró hasta el 10 de mayo y la FUC esperó hasta entonces para realizar el acto conjunto de recibimiento.

La Voz del Interior tomó contacto con los profesores y una semana después  publicaba dos entrevistas que confirmaban que, a distancia de d’Ors, Nicolai y Goldchmidt sí estaban dispuestos a proseguir la construcción de la universidad social de la Reforma. Y ello no podía más que dar un nuevo impulso a la campaña de desprestigio, cuyo órgano de difusión privilegiado era el diario católico Los Principios, que  encontró su líder en Lucas Olmos uno de los miembros de la conservadora Corda Frates y el profesor titular de la cátedra de Economía Política. Cuando el neotomista Olmos presentó su renuncia denunciando que se lo desplazaba por el marxista Goldschmidt, el Centro de Estudiantes de Derecho no federado se sumaba al desprestigio del “profesor extranjero” con una encuesta que volvía a poner en duda su preparación científica y su capacidad docente.

La contratación se realizaba mediante un acto de recibimiento el 12 de mayo de 1922. Allí fue el rector Francisco de la Torre quien subrayó la función social para la que fueron llamados los alemanes: en la época moderna, si la Universidad quiere volverse el alma mater de la sociedad, debe abandonar las disquisiciones abstractas para atender a los hechos proporcionados por los centros de investigación. Y respondiendo a la prensa nacionalista sostenía que también las universidades europeas y estadounidenses habían recurrido a profesores especializados en disciplinas científicas, y que en la Argentina esa tradición había sido iniciada por una figura de indiscutible prestigio como Sarmiento26.

Al igual que durante la breve gestión platense de Taborda, las revistas y grupos que apostaban a una orientación izquierdista y científica de la Reforma dieron su decidido apoyo a los nuevos profesores. Pero sólo lograron que Goldschmidt impartiera sus lecciones sobre la auspiciosa economía soviética hasta fines de 1922 y tres años después también Nicolai era desplazado de la universidad cordobesa. La FUC despedía al primero con una carta abierta, fechada en noviembre de 1922, que volvía a explicitar la orientación izquierdista de la renovación institucional: “Olvide Dr. Goldschmidt el veneno de los que no ven otro mundo mejor que el actual, que están en constante movimiento por hacer fracasar cuanto intento de bien y de luz se perciba en este siglo pues, son los eternos directores de la contramarcha social”. Y ante el desplazamiento del segundo en octubre de 1924, La Voz del interior declaraba: “Por demasiado útil arrojaron de la Universidad a Goldschmidt y desean hacer lo mismo con Nicolai. Es como si hubiesen querido hacer ley de esa frase: ‘Aquí no mandan y viven sino los burros!’”. Los itinerarios político-intelectuales de ambos no registrarían un giro inesperado. Otras notas, cartas, volantes y manifiestos confirman que Goldschmidt persistió en la difusión de teorías económicas que legitimaban  las decisiones de la Unión Soviética y que Nicolai optó por desplegar su humanismo en una entusiasta participación, desde los treinta, en la sede rosarina del Colegio Libre de Estudios Superiores y, en los cincuenta, en el núcleo chileno del Congreso por la Libertad de la Cultura27.

Algunos comentarios para concluir….

Si nuestro interés se acota al rastreo y análisis de las fuentes que permiten reconstruir la breve permanencia cordobesa de ambos profesores, es porque nos interesa mostrar que esa permanencia fue parte de una disputa político-cultural por la definición de la Reforma que, además de encontrar la resistencia de los nacionalistas, guardó estrechos lazos -materiales e ideales- con los proyectos institucionales que revisamos en los apartados anteriores. En efecto, la contratación de Nicolai y Goldschmidt, la dirección de la Biblioteca Mayor asumida por Bermann, la visita de d’Ors, la gestión de Taborda, los decanatos de Mario Sáenz y de Alfredo Palacios así como la renovación de algunas revistas universitarias formaron parte de los pocos proyectos que durante el primer quinquenio reformista no dudaron de que renovar la organización universitaria era también acercarla a los movimientos que reclamaban por sociedades más justas e igualitarias. Y si bien alcanzaron una inscripción institucional débil y breve, ello no impidió que se conformara un movimiento reformista que en las décadas siguientes unió la denuncia del imperialismo estadounidense y del fascismo a aquel reclamo de justicia e igualdad.


Fuentes primarias

Archivo Institucional del Colegio Nacional “Rafael Hernández”, dependiente de la UNLP.

Boletín de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, Córdoba, 1921-1923.

DEL MAZO, Gabriel (comp.) (1927), La Reforma Universitaria, 6 ts., Círculo Médico Argentino y Centro de Estudiantes de Medicina, Federación Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires.

DEL MAZO, Gabriel (1976). Vida de un político argentino. Convocatoria de recuerdos, Plus Ultra, Buenos Aires.

El Argentino, La Plata. Años consultados: 1918-1922.

Fondo Diego Abad de Santillan, Instituto de Historia Social, Amsterdam.

Fondo Florentino Sanguinetti, CeDInCI.

Fondo Gregorio Bermann, Casa de la Reforma Universitaria, UNC.

Fondo Pablo Vrillaud, Museo de la Reforma, UNL.

Fondo Reforma Universitaria, Museo de Instrumentos Musicales Emilio Azarilli, UNLP.

Fondo Roberto Giusti, CeDInCI.

La Reforma. Órgano del Comité Pro-Afianzamiento de la Reforma Educacional, La Plata, 1921.

La República Universitaria. Periódico Universitario independiente, La Plata, 1919-1920.

La Voz del Interior, Córdoba. Años consultados: 1919-1924.

Revista de la Universidad de Córdoba, Córdoba. Años consultados: 1922.

Revista Jurídica y de Ciencias Sociales, Buenos Aires. Años consultados: 1921-1923.

SÁNCHEZ VIAMONTE, C. (1928), La cultura frente a la Universidad, Samet, Buenos Aires.

SANGUINETTI, F. (2002), Epistolario. 1921-1975, Colegio Nacional de Buenos Aires, Buenos Aires.

Notas

1 Cit. Caballero Martín, Ángel S. (1931). La Universidad en Santa Fe, Imprenta de la Universidad, Santa Fe. 114-115.

2 La UBA contaba para 1918 con más de 5000 estudiantes y, junto a la UNC -de unos 500 estudiantes- y UNLP -donde estudiaban unos 700 jóvenes-, tenía un carácter nacional. Mientras que en la UBA y la UNC primaba la formación en profesiones liberales (abogacía, ingeniería y medicina), en la UNLP se ofrecían carreras profesionales y algunas de orientación técnica o científica. Las pequeñas universidades de Santa Fe y de Tucumán tenían un carácter provincial e impartían educación técnica ligada a la producción regional. La nacionalización de ambas estuvo en el centro de las campañas reformistas y fue conseguida en 1919 la primera, y en 1921, la segunda. BUCHBINDER, Pablo (2005), Historia de las universidades argentinas, Sudamericana, Buenos Aires.

3 “Notas del Centro”, Revista Jurídica y de Ciencias Sociales, enero-mayo de 1922, p. 333, cit. en BUSTELO, Natalia (2016), “Derecho, extensión universitaria y revolución social. La Reforma Universitaria en la Facultad de Derecho y Ciencias Jurídicas de la Universidad de Buenos Aires (1918-1930)”, Conflicto social. Revista del Programa de Investigaciones sobre Conflicto Social, vol. 19, n° 16, Buenos Aires, julio-diciembre de 2016, pp. 60-90. http://publicaciones.sociales.uba.ar/index.php/CS/article/view/2160/0.

4 Sobre esa violencia contamos con los detalles que ofrece quien fue un líder estudiantil clave de la gestión de Sáenz, Florentino Sanguinetti. Inmediatamente después de renunciar le relata a su madre lo que no se enteraría por la prensa: “Durante el conflicto recibí toda clase de amenazas y el asalto al local de la calle Victoria y Ceballos fue con el propósito de darme una paliza. Tenían gente asalariada y uno de los métodos del Dr. P…., es el terror. A mi socio Lartigau, lo asaltaron cerca de la facultad a donde acudía para acompañarme sabiéndome en peligro y le han golpeado malamente. A Monner Sans le apedrearon la casa y el decano ha tenido permanentemente un escuadrón de seguridad, custodiando la suya. […] el adversario conoce la fuerza de mis afectos entre los estudiantes y querían amilanarme para reducirme en la acción […] yo he trabajado allí con la convicción de que se puede mudar la orientación espiritual de los estudios e indicarlos dentro de los nuevos soplos que sacuden a la humanidad. Contra ello se han alzado los intereses de casta, de clase, de círculo […] Deben Uds. saber que nuestra renuncia se resolvió a raíz del retiro de las fuerzas policiales que custodiaban la facultad, por orden del presidente de la república y a instancias de Leopoldo Melo”. “Carta de Sanguinetti a su madre”, Buenos Aires, 29/03/23, en SANGUINETTI, Florentino (2002), Epistolario. 1921-1975, Colegio Nacional Buenos Aires, Buenos Aires, p. 30.

5 DEL MAZO, Gabriel (1970), Vida de un político argentino, Plus Ultra, Buenos Aires, p. 76.

6 Por la prensa sabemos que Taborda intentó sin éxito el nombramiento del reconocido anarquista bolchevique Julio B. Barcos. Además, el Archivo del Colegio Nacional muestra que en ese momento ingresaron como profesores interinos, nombrados hasta el 30/04/1921, seis intelectuales porteños también simpatizantes del bolchevismo: Alberto Palcos, Carmelo Bonet, Roberto Giusti, Carlos Scotti, Leopoldo Hurtado y Alberto Massa. El criterio político que operaba en la renovación de profesores que emprendía Taborda era tan evidente que el mismo diario que apoyaba su gestión declaraba que se propusieron “catedráticos cuyos méritos consisten en haber luchado en favor de las reformas universitarias de Córdoba o de La Plata, de ser redactor de una revista bonaerense o tal o cual diario” (“Primeros frutos”, El Argentino, 29/11/1920). Sobre la “huelga grande” y la gestión de Taborda véase BIAGINI, Hugo (2012), La contracultura juvenil. De la emancipación a los indignados, Capital Cultural, Buenos Aires.

7 En el marco del ciclo, en noviembre de 1920 el mencionado Barcos y Nemesio Canale disertaron sobre el aniversario de la Revolución Rusa, al mes siguiente el profesor y líder del Partido Socialista Internacional (antecedente del Partido Comunista) Alberto Palcos pronunció una conferencia sobre la Nueva Cultura y la Civilización que traía Rusia y en marzo del año siguiente el dominicano Max Henríquez Ureña disertó sobre “Estados Unidos y la América Latina” (“Aniversario de la revolución rusa. En el Colegio Nacional”, El Argentino, 06/11/1920; “Conferencias del Sr. Alberto Palcos”, El Argentino, 20/12/1920, y “Conferencia en el Colegio Nacional”, El Argentino, 02/03/1921).

8 “Colegio Nacional”, El Argentino, La Plata, 15/11/1920.

9 Ambos volantes se encuentran en el Fondo Reforma Universitaria, Museo de Instrumentos Musicales Emilio Azarilli, UNLP.

10 “La toma del colegio”, El Argentino, 21/04/1921.

11 TCACH, César (2009), “Deodoro Roca: militante socialista”, en ROCA, Deodoro, Obra reunida. III Escritos jurídicos y de militancia, Editorial Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba.

12 El líder reformista Carlos Sánchez Viamonte ofrece una breve y elocuente reconstrucción de las alianzas que le permitieron a Nazar Anchorena romper el pacto con la revoltosa FULP y, sin embargo, mantenerse durante dos mandatos en la UNLP. SÁNCHEZ VIAMONTE, Carlos (1928), La cultura frente a la Universidad, Samet, Buenos Aires. La alianza más importante seguramente haya sido con Luis Sommariva, quien dejaba la conducción de la FULP y asumía el cargo de Taborda. De ahí que Ciria y Sanguinetti califiquen como un “tránsfuga”, CIRIA, Alberto y SANGUINETTI, Horacio (1968), Los reformistas, Buenos Aires, Jorge Álvarez. p. 45. Sobre la gestión antirreformista de Nazar Anchorena en la UBA en 1930, BUCHBINDER, Pablo (2005).

13 Tanto sobre el decanato de Palacios como sobre Renovación, véase GRACIANO, Osvaldo (2008), Entre la torre de Marfil y el compromiso político. Intelectuales de la izquierda argentina 1918- 1955, UNQ, Bernal. En su primera compilación, aparecida en 1927, del Mazo dedicó el tercer tomo, íntegro, a los conflictos platense de 1919-1920.

14 BRAVO, María Celia (2018), “Los avatares de la Reforma en la Universidad de Tucumán. Sus fases y significaciones” (mimeo).

15 Carta de Pablo Vrillaud, s/d (mayo de 1919, aprox.), Fondo Pablo Vrillaud, Museo de la Reforma, Universidad Nacional del Litoral.

16 Es más, los parlamentarios socialistas votaron en contra de la creación de la UNL, al tiempo que Nicolás Repetto publicó en La Vanguardia “Cátedras para socialistas. Nueva táctica del señor Yrigoyen”, nota que inició una enérgica polémica a través de la que intentó -sin éxito- expulsar del Partido a los profesores socialistas que habían aceptado cargos nombrados por decreto en la nueva universidad. Las piezas de la polémica se conservan en el Fondo Roberto Giusti, CeDInCI. La mencionada compilación de Del Mazo de 1927 recogió en su quinto tomo varios documentos relativos al conflicto estudiantil y en el tercero los vinculados a la nacionalización. El rector interventor de la nueva Universidad fue Benito Nazar Anchorena, quien fue sucedido por Benjamín Ávalos y, luego de nuevos reclamos estudiantiles, por Pedro Martínez, candidato de la Federación Universitaria del Litoral. PIAZZESI, Susana y BACOLLA, Natacha (2015), El reformismo entre dos siglos. Historia de la Universidad Nacional del Litoral, Ediciones UNL, Santa Fe.

17 AGÜERO, Ana Clarisa y NUÑEZ, María Victoria (2018). “Los asesinos de Barros. Una pesquisa sobre la derrota”, en MAURO, Diego y ZANCA, José (eds.), La reforma universitaria cuestionada, Fhumyar Ediciones, Rosario, 47-65. El epistolario con Barros puede consultarse en el Fondo Gregorio Bermann, Museo Casa de la Reforma Universitaria, UNC.

18 BARROS, Enrique, “La contrarreforma”, Renovación, 1924, en DEL MAZO, Gabriel (1927, t.V), pp. 239-244.

19 GRISENDI, Ezequiel (2018), “Nuestro Kulturkampf. Derivas políticas e intelectuales del reformismo universitario en la Córdoba de entreguerras”, en BACOLLA, Natacha y MARTÍNEZ, Ignacio(eds.), Universidad, élites y política. De las reformas borbónicas al reformismo de 1918, Fhumyar Ediciones, Rosario. pp. 265-291.

20 Hasta donde pudimos relevar la colección se editó entre 1921 y 1925 y se compuso de cinco series. La primera estuvo constituida por el Boletín, la segunda por un boletín bibliográfico, la tercera por “Conferencias”, la cuarta por “Varia” y la quinta por “Actas y Documentos”. En la tercera serie se editaron al menos: 1. Orientaciones del pensamiento en México de José Vasconcelos y 2. El nuevo Código Penal de Julio Herrera. En la cuarta serie aparecieron: 1. El conflicto de la cultura moderna de Georg Simmel (traducido por Astrada y reproducido en la revista Ariel de Montevideo), 2. Los fundamentos filosóficos de la obra de Spengler de Kurt Sternenberg (anunciados pero inhallable), 4. La obra de Osvaldo Spengler: una cultur-psicología mística de Raúl A. Orgaz, 5. “Lo desconocido” en las ideas y en las instituciones de Arturo Orgaz. Agradezco parte de esta información a Ana Clarisa Agüero.

21 LYNCH, Julio Barreda, “Un ocaso de Ortega y Gasset”, Revista de Filosofía, mayo de 1923, p. 333. Sobre el compromiso de d’Ors con el nacionalismo reaccionario, véase el agudo análisis de GARCÍA QUEIPO DE LLANOS, Genoveva (1988), Los intelectuales y la dictadura de Primo Rivera, Alianza, Madrid.

22 En junio de 1922, el joven Luis Juan Guerrero, el más entusiasta editor de Argonauta, le escribe a su camarada Diego Abad de Santillán que “ha resultado una buena publicación”, lo que explica la segunda edición que hemos hallado (Fondo Diego Abad de Santillan, Instituto de Historia Social).

23Los archivos de la Unión Soviética registran que en 1921 Münzenberg informó a la Internacional Comunista sobre la decisión del Comité Central de la Ayuda Obrera Internacional de enviar a la Argentina a un representante para crear el Comité de Ayuda al Pueblo Ruso. JEIFETS, Lazar y JEIFETS, Víctor (2015), América Latina en la Internacional Comunista, 1919-1943. Diccionario biográfico, Ariadna ediciones, Moscú, p. 445. Al igual que los reformistas, Goldschmidt negó que su defensa de los soviéticos tuviera un correlato partidario, pero además de dictar las lecciones económicas se dedicó a fundar ese Comité. Por otra parte, sus defensores cordobeses no podían desconocer el vínculo comunista tanto porque participaban de las iniciativas de la Federación Obrera Local, de conducción comunista, como porque la FUC ya venía organizando una Campaña pro Hambrientos en Rusia desde mediados de 1921.

24 La Voz del Interior, 22/04/1922.

25 “Nicolai y Goldschmidt. Su llegada a ésta”, 25/04/1922. En 1922 también arribaron a Córdoba el sociólogo francés Lucien Levy-Bruhl y el intelectual mexicano José Vasconcelos, quienes, al igual que d’Ors, Goldschmidt y Nicolai, ligaban la universidad a un proyecto social y despertaron afinidades izquierdistas. Pero detrás de la llegada de aquellos, no se encontraba la gestión de los reformistas cordobeses: la visita de Levy-Bruhl fue financiada por el Instituto Universitario de París en Buenos Aires, mientras que la de Vasconcelos por el gobierno mexicano. Por otra parte, en julio de 1922 el Consejo Directivo de la Facultad de Derecho aprobó la contratación del filósofo español Manuel García Morente para que dictara un curso de filosofía. La intervención de la Universidad al año siguiente reemplazaría a los integrantes de ese consejo y suspendería ese y otros proyectos. De todos modos, García Morente sería profesor en las universidades argentinas en 1937, cuando fue contratado a instancias del filósofo porteño Coriolano Alberini.

26 “Notas”, Revista de la Universidad de Córdoba, nº 2-3-4, abril, mayo y junio de 1922, pp. 449-456.

27 JANNELLO, Karina (2014), “Los intelectuales de la Guerra Fría. Una cartografía latinoamericana (1953-1963)”, Políticas de la memoria, n.º 14, pp. 79-101.